Aun cuando en 1665 la población
había crecido
mucho en número, así como el dominio superficial de la colonia, no
había, sin embargo, más que trece mil franceses en el
Canadá, mientras que los ingleses tenían ya doscientos mil
habitantes de raza sajona en Nueva Inglaterra.
La Acadia, que forma en la actualidad la Nueva Escocia, fue el
teatro de una guerra que se extendió después hasta Quebec, de
donde fueron rechazados los ingleses en 1690. El tratado de Ryswick, en 1697,
aseguró a Francia la posesión de todos los territorios que el
atrevimiento de sus descubridores o el valor de sus hijos habían hecho
suyos en el Norte de América, y al propio tiempo, las tribus rebeldes,
iroqueses, hurones y otras, se pusieron bajo la protección francesa por
el convenio de Montreal.
En 1703, el marqués de Vaudreuil, hijo de un primer
gobernador del mismo nombre, fue a su vez nombrado para aquel alto puesto en el
Canadá, que la neutralidad de los iroqueses hacía más
fácil de defender contra las agresiones de los colonos de la Gran
Bretaña.