-¿Qué idea habéis formado respecto de
esto? preguntó el ministro de Policía.
-Que ha debido dirigirse hacia el condado de Montreal, en donde
los agitadores parecen concentrarse con preferencia. Si se prepara una
insurrección, puede decirse con seguridad que estallará en esa
parte del Bajo Canadá. Concluyo de esto que Juan-Sin-Nombre debe de estar
oculto en algún pueblecillo cercano a las orillas de San Lorenzo...
-No está mal pensado, dijo Gilberto Argall, y conviene
proseguir las pesquisas por dicho lado.
-Pues bien, dad las oportunas órdenes, dijo el
Gobernador general.
-Vuestra señoría
quedará satisfecho. Rip, mañana, sin más tardar, saldréis de Québec con los
mejores agentes que tengáis. A mi vez haré que se vigile con mucho
celo al señor de Vaudreuil y a sus amigos, con los que ese
Juan-Sin-Nombre tiene seguramente entrevistas más o menos frecuentes.
Procurad encontrar sus huellas por cualquier medio hábil; esto es lo que
os encarga especialmente el señor Gobernador general.
-Y lo cumpliré fielmente,
respondió el jefe de la
casa Rip y Compañía. Partiré mañana sin falta.