-Vuestra señoría tiene que
dispensarnos, a mis socios lo mismo que a mí, respondió Rip; nos avisaron demasiado
tarde. Anteayer me dijeron que ese hombre iba a visitar una de las casas de la
calle del Petit-Champlain, la que está contigua a la tienda del sastre
Emotard, a la izquierda, subiendo los primeros escalones de la susodicha calle.
Mandé carear la casa, que está habitada por un tal
Sebastián Gramont, abogado y diputado, miembro influyente del partido
reformista, pero Juan-Sin-Nombre ni siquiera se había presentado
allí, por más que el diputado Gramont ha tenido, con seguridad,
relaciones con él. Nuestras pesquisas han resultado completamente
inútiles.
-¿Creéis que ese hombre está aún en
Quebec? preguntó sir John Colborne.
-No puedo responder afirmativamente a vuestra excelencia,
contestó Rip.
-¿No lo conocéis?
-Jamás le he visto, y, en realidad, pocas personas le
conocen.
-¿Se sabe, por lo menos, la dirección, que ha
tomado a su salida de la ciudad?
-Lo ignoro en absoluto, respondió el polizonte.