Este hombre era el diputado Papineau, cuyo sentimiento popular
la hacía parecerse a O’Connell.
Al propio tiempo la Junta decidía «abstenerse, en
cuanto posible fuera, de consumir los artículos importados y de no usar
más que los productos fabricados en el país, para privar al
Gobierno de las rentas que cobraba como derechos impuestos sobre las
mercancías extranjeras. »
Lord Gosford se vio obligado a contestar a tales resoluciones,
con fecha 15 de Junio, con una proclama prohibiendo toda reunión
sediciosa y ordenando a los magistrados y a los oficiales de la milicia que
disolviesen todas las que se celebrasen.
La policía maniobraba con incansable insistencia
empleando a sus más hábiles agentes y no retrocediendo ante
ningún medio, ofreciendo sumas considerables para provocar las
traiciones, como lo habían hecho varias veces.
Pero si bien Papineau era conocido por
todos como jefe del
partido, otro había que trabajaba en la sombra, y con tanto misterio, que
los principales reformistas no lo habían visto sino en circunstancias
extraordinarias. Una verdadera leyenda se había creado alrededor de tal
personaje, y esto le daba una influencia extraordinaria en el espíritu de
las masas. Juan-Sin-Nombre; tal se llamaba el individuo a quien nos referimos.
No se la conocía más que con este enigmático nombre; de
suerte quo nada tenía de extraño que así se tratara de
él en la conferencia que celebraba el Gobernador general con sus
huéspedes.