El elemento angloamericano, más audaz que nunca,
trató por todos los medios posibles de hacer inglés al Bajo
Canadá; y como los patriotas estaban decididos a resistir legal o
ilegalmente, ocurrieron terribles choques.
La sangre de ambas razas corrió a raudales en el suelo
conquistado por la intrepidez de los descubridores franceses.
Tal era la situación del Canadá en el año
1837, en que principia esta historia.
Importa mucho que nuestros lectores conozcan, no sólo el
origen del antagonismo que existiera entre los elementos franceses e ingleses,
sino también la vitalidad del uno y la tenacidad del otro.
Y además, aquella Nueva Francia ¿no era acaso un
pedazo de la patria, como la
Alsacia-Lorena, que una brutal
invasión iba a arrancarnos treinta años más tarde? Y los
esfuerzos intentados por los francocanadienses para recuperar su
autonomía, ¿no es un ejemplo que los franceses de Alsacia y de
Lorena no deban olvidar jamás?
Para tomar disposiciones en previsión de una
insurrección probable, el gobernador, lord Gosford, el comandante
general, sir John Colborne, el coronel Gore, y el ministro de Policía,
Gilberto Argall, se reunieron en la tarde del 23 de Agosto.