Para demostrártelo, puedes probar un pequeño experimento. Deja
este libro por unos momentos y cierra los ojos. Ve cuanto tiempo puedes estar
simplemente sentado, disfrutando la sensación de tu cuerpo, y los sonidos a tu
alrededor.
Lo más probable es que no sea por mucho tiempo, quizás sólo un
minuto, antes de que tu mente empiece a parlotear. Si te sientas por un momento
y tomas nota de tus pensamientos, te asombrarás: descubrirás que estás
realizando muchas conversaciones diferentes e incoherentes internamente contigo
mismo, que si se las oyeras a otro en voz alta, pensarías que está loco. Este
constante parloteo literalmente nos roba la vida, impidiéndonos disfrutar lo que
nos brinda la vida en cada momento.
Así que, ¿qué hacer con este parloteo descontrolado que nos
roba los momentos más valiosos de la vida? He oído a Osho decirnos una y otra
vez que meditemos. Le he oído decir que no podemos detener la mente parlanchina
directamente, pero que a través de la meditación el parloteo puede reducirse y
eventualmente desaparecer.
Con la meditación, la mente se convierte en un instrumento
útil, en vez de esclavizarnos con su constante charla. Sin embargo, a menudo nos
confundimos por la profusión de innumerables técnicas de meditación que son
generalmente oscuras y poco pertinentes para la vida actual. Osho ha tomado
estas técnicas, las ha depurado separando lo verdadero de lo falso, y ha
penetrando hasta su misma esencia, dándonos una llave que puede abrir la puerta
a un universo más allá de nuestra imaginación. Esta llave maestra es el
presenciar un estado simple y sin embargo profundo de observación y
aceptación de nosotros mismos, tal como somos. Osho nos dice que:
"Presenciar simplemente significa una observación
desapegada, desprejuiciada; ése es todo el secreto de la meditación".