Con fastidio constató que otra vez se le había ido la alegría,
de nuevo se apuró a buscar el tema perdido. ¿En qué estaba?, ah sí, en Laura. En
que vivía presentándole amigas a Lucio pero ninguna lograba engancharlo.
Últimamente andaba entusiasmado con la de turno aunque con él nunca se podía
saber, habría que ver hasta cuando le duraba porque era pura espuma, con todas
al principio pensaba en casarse, decía que ahora sí, que era el gran amor de su
vida, que por fin la había encontrado pero pasaban unas semanas y Magda se
preguntaba si no le daría miedo el matrimonio porque quizás la había visto mal
con el padre pero cuando le preguntó dijo todo lo contrario: que para decidirse
esperaba adorar a alguien como Roberto a ella o su hermano a Laura. La verdad es
que a pesar de nuestros mambos tan mal no debimos de haber hecho las cosas si
con el difunto pudimos armar esta familia, concluyó entrando al garaje de su
oficina en donde abandonó el coche dando por sentado que el encargado lo
estacionaría, se apuró a subir al ascensor que había llamado para ella.
-Buenos días, escribana -la secretaria, una rubia de ojos
bobos, se levantó apenas Magda atravesó la puerta y la siguió hasta su despacho
leyendo las novedades de un cuaderno:
-Dice la doctora Zuartilla que nos comuniquemos con su estudio
para firmar el contrato con el señor Quiroga; se aprobaron los datos para la
escritura de la señora Ludueña; llamaron de la agencia de viaje para pedir el
número de su pasaporte, está confirmado el transporte que la recogerá en el
aeropuerto de la ciudad de Guatemala, la vuelta es para el veinticinco de julio
y
-Beatriz -Magda giró lento hasta enfrentarla- me gustaría
llegar a mi escritorio, sacarme el tapado, tomar un café y recién entonces
sentarme a escucharla, ¿cree usted que sus noticias podrían esperar unos cinco
minutos hasta que termine con esa rutina antes de empezar a informarme?