Por supuesto que menos de dos años después de mudarse ya Juampi
se había casado y Lucio buscaba casa propia, entonces Roberto se enfermó. De
bronca, tradujo Magda cuando el médico diagnosticó hepatitis, le dio en el
hígado. Nunca se recuperó. Estaba convencida que había muerto de amargado, por
no tolerar que los hijos hicieran su vida y que la hicieran encima de un modo
que él jamás se había permitido. El tema es que, tal como lo había previsto,
cuando se fue ella quedó anclada en aquel caserón que le sobraba. Pero estaba
perfecto, nunca mencionó a nadie lo que pensaba sobre la enfermedad de su marido
y menos que a nadie a sus hijos, ¿para qué?, sólo a un loco se le podía ocurrir
que renunciarían a crecer para acompañarlo. Ella siempre los alentó para que se
independizaran, bregó para que los soltara, que fueran libres. Y lo eran, o por
lo menos eso creía, más libres que ella y más sanos que Roberto, consultándose
todo entre sí, contando el uno con el otro.
Sonriente llamó al ascensor y sonriendo esperó hasta que
llegara pensando en lo bien que se llevaban los hermanos, sólo cuando la puerta
terminó de abrirse notó que venía con gente y que el que estaba adentro era nada
menos que el milico del tercero.
Se le deshizo la sonrisa.
Era ese al que habían escrachado unos meses atrás porque decían
que era un torturador del proceso; él mandó una circular a los vecinos alegando
su inocencia, aseguraba que no había estado en el país durante los años de plomo
en respuesta a un proyecto que se barajó en el consorcio exigiéndole que se
mudara; si fuera por las declaraciones de esos delincuentes se podría pensar que
reprimieron por correspondencia porque el ejército entero aducía haber estado
afuera en esa época, pensó mientras decidía si subiría o no; de todos modos no
pudieron obligarlo a irse, en principio porque no hubo coincidencia pero también
y sobre todo, porque aunque fuera un asesino era dueño del departamento y no
estaba preso. Nunca antes se lo había cruzado estando solos. ¿Iba a viajar con
ese tipo?, pero estaba apurada y para cuando terminó de resolverlo ya estaba
adentro.