Así como el Positivismo ha sido criticado por Popper, éste ha sido objeto de
las críticas de su (conflictivo) discípulo Kuhn, así como de Lakatos,
Feyerabend, y de un modo más conservador, de Hempel.
Kuhn se ha ocupado de la historia y de la sociología de la ciencia, y lo que
puede aportar al estudio del problema que nos ocupa está en la línea de lo que
ya mencionamos en relación con la filosofía de Heidegger. Feyerabend, por su
parte, convierte a "lo que funciona" en el criterio mismo de la cientificidad,
sin preguntarse si hay algo que hace que, lo que funciona, funcione tan bien
(33). Es un pragmático en el ámbito científico: si una teoría funciona la
tomamos como-si fuera verdadera, pero no podemos saber por qué una teoría
funciona. Intentarlo implicaría hacer una teoría sobre eso, que daríamos por
verdadera en la medida en que funcione. En realidad, que una teoría funcione, a
veces significa, simplemente, que la comunidad científica le tiene simpatía.
Hempel hace una especie de síntesis entre las ideas de Popper y las de Kuhn,
encontrando razones lógicas por las cuales no basta siempre con una evidencia en
contra para abandonar una teoría, ni es indiferente la cantidad de veces que se
confirma a la hora de convencernos de su verdad.
Lakatos, por su parte, sostiene una especie de teoría de los arquetipos: hay
visiones filosóficas generales acerca del mundo que se vuelven científicas, al
rodearse de un cinturón de hipótesis auxiliares que están formuladas según el
estilo peculiar del programa, y que varían para adaptarse a nuevas
observaciones. El suyo es una especie de platonismo evolucionista: el núcleo
tenaz del programa de investigación es intemporal, pero sobrevive a costa de
variar continuamente sus hipótesis auxiliares para adecuarlas al cambiante
entorno observacional. Pero ¿el núcleo tenaz del atomismo de Demócrito es el
mismo que el del modelo de átomo de la mecánica cuántica? Además, ¿por qué las
hipótesis matemáticas se adaptan bien al entorno observacional no matemático?
¿Por qué ese entorno se deja dibujar coherentemente contra el fondo de hipótesis
auxiliares escritas en un lenguaje matemático desconocido para los griegos?
Hay también una línea epistemológica menos conocida, la francesa, inaugurada
por Bachelard. Ya en él muestra una peculiar combinación de elementos
fenomenológicos y psicoanalíticos, a los que se agregará luego, en otros
exponentes, una dosis importante de perspectivismo nietzscheano (Foucault,
Deleuze). Para Bachelard, la ciencia racional se funda a partir de la represión
de los elementos oníricos que forman parte de nuestra experiencia infantil del
mundo. Esos elementos se filtran a veces, sin embargo, en el proceso de
formación de las teorías científicas. Para Bachelard hay teorías que son
"grandes ensueños"(2), lo cual es claro si pensamos en la cantidad de veces que
las palabras "iluminación" e "intuición" aparecen en las autobiografías de
científicos como Darwin, Einstein y Heisemberg. Lejos de limitarse a la
elaboración de los conceptos de "obstáculo epistemológico" y de "ruptura
epistemológica", Bachelard ha sabido dar un sentido específico a la historia de
la Física, y ha sabido interpretar la Teoría de la Relatividad sin caer en
simplificaciones tendenciosas (sea del lado materialista, sea del lado
idealista). Si bien este filósofo y escritor ha destacado la importancia de los
aspectos estéticos y emotivos en la formación y en la aceptación inconsciente de
las nuevas teorías, no ha abordado el problema que nos ocupa ahora. Debemos
tomar de él, sin embargo, la importancia que le daba al estudio epistemológico
de los detalles específicos de las teorías, algo esencial para captar el modo en
que sus conceptos se ponen en movimiento.