Tenemos, por ejemplo, los ensayos de Heidegger acerca del tema (18). Este
conflictivo discípulo de Husserl, uno de los precedentes más importantes del
pensamiento posmoderno, sostenía que lo matemático es, considerando la
etimología de la palabra, lo ?supuesto? en todo conocimiento. Justamente, para
el filósofo griego Platón, del cual Aristóteles fue un conflictivo discípulo
(como Heidegger lo fue de Husserl), ?matemática? significaba ?ciencia
hipotética?, es decir, un saber que parte de supuestos. Lo ?supuesto? es lo que
se da por sabido, es decir, aquello que el epistemólogo Kuhn ha llamado
?paradigma?. Para Heidegger, la Modernidad no ha introducido la idea general de
que la ciencia debe ser matemática. Sólo ha desarrollado, para su manera de
entender la ciencia, una matemática peculiar. ¿Por qué esa matemática y no otra?
Porque esa matemática es la que permite que en nuestra época, que es la época de
la técnica, el Ser se nos muestra del modo en que se nos muestra (y se nos
oculte del modo en que se nos oculta) ¿Qué significa esto? En términos menos
metafísicos y más familiares para nosotros, podemos decir que cada paradigma
realiza un determinado ?recorte? conceptual de la realidad (o del Ser). Deja ver
algo, y no deja ver otras cosas. Cuando en la Modernidad las cantidades quedan
puestas de manifiesto, el precio que hay que pagar es que la radical diferencia
entre distintas cualidades (como el ser rojo o el ser verde) quede oculta. ¿Por
qué ha ocurrido esto a partir de la Modernidad? Para Heidegger no hay causas que
lo expliquen. Es más, buscar una causa que lo explique es ya quedar encadenado a
los supuestos (a la matemática) de la Modernidad. El filósofo pensaba que el Ser
se nos muestra a través de mundos que se suceden a lo largo de una temporalidad
fragmentaria, de una historia rota que carece de leyes propias.
Esta posición nos acerca más a la respuesta que buscamos para la pregunta de
Einstein, en un sentido que podríamos calificar de ?kantiano?. Kant era un
filósofo iluminista para quien la Naturaleza responde a las preguntas que le
hacemos porque la forzamos a ello, obligándola a encajar dentro de las
categorías que dan el marco conceptual para esas preguntas (21). Ocurre igual
que en esas encuestas que sólo aceptan un sí o un no como respuesta, y que ponen
a todas las demás alternativas en el casillero ?no sabe, no contesta?. Esta
violencia que la ciencia ejerce sobre el fenómeno es algo que Heidegger llamaba
Gestell, palabra alemana que suele traducirse con el vocablo ?imposición?.
El problema con la respuesta de Heidegger es que no nos dice de qué modo,
concretamente, una cierta teoría científica deja ver ciertos aspectos del
fenómeno que encajan en su interpretación, y no deja ver otros.
Otra línea filosófica, más estrictamente enmarcada en los límites de la
Epistemología (estudio de la ciencia) se ha ocupado de analizar la verdad, o el
grado de verdad, o el tipo de verdad, del conocimiento científico. Se trata de
la Escuela Positivista, heredera del Iluminismo francés (6). Más allá de la
diversidad de sus ?versiones? (Positivismo Lógico, Escuela de Viena, Filosofía
Analítica), suele sostener que los términos que sirven de lenguaje a una teoría
y los enunciados que definen su estilo son sólo descripciones sintéticas (o
generalizaciones) de los fenómenos que percibimos. El Positivismo no considera
que el objeto del conocimiento científico sean cosas (sustancias en un sentido
metafísico), sino ?observables?. Ha intentado demostrar que los términos
teóricos de una disciplina (cuyos referentes no son observables) pueden
definirse a partir de términos observacionales. De este modo, todo enunciado
científico puede ser verificado (en un sentido fuerte de la palabra ?verificar?)
gracias a un sistema de ?traducción? adecuado. Los enunciados inverificables son
absurdos y deben descartarse del ámbito de la ciencia. Eso incluye todo lo que
Heidegger decía acerca del Ser.