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En otras circunstancias quizá no hubiera cerrado los ojos tan pronto, porque la conversación giraba por entero sobre lances sangrientos de la guerra y venganzas cumplidas por los hombres del bando. La mujer del Comandante, sentada a su lado, se estremecía de miedo.

25 de junio. Al despertar esta mañana me sorprendió ver a la señora durmiendo en el suelo cerca de mi cama. Le dije que había procedido mal engañándome y confesó que al verme tan cansado y temiendo que yo tuviera escrúpulos de acostarme en su cama le pareció mejor decirme que ella dormía en otro lado. Nunca olvidaré este rasgo de bondad y delicadeza. Después, con gran cuidado, impidió que la soldadesca diera cuenta de mi breakfast y con aguja e hilo cosió mis prenda de vestir y mis alforjas en lo que demostró mucha habilidad.

Como a eso de las nueve hizo su aparición el general López. Tan pronto como lo vi sentado en un rancho próximo fui hasta él para presentarle mis saludos. Estaba tomando aguardiente con agua por medio de una bombilla, manera ésta de beber bastante general por aquí.

Era un hombre alto, de tez menos morena que la común y demostraba treinta años de edad. Tenía sobre el ojo derecho la marca de un terrible sablazo. Después de los saludos de práctica hablamos de la guerra y del aspecto que presentaba, así como de los negocios de Buenos Aires y Córdoba. En cuanto a los de Chile y Perú, manifestó poco interés por ellos y conocía escasamente la situación de esos países. Se mostró conmigo muy franco; me dijo que sabía dónde esta apostado Ramírez, el jefe oriental, agregando que el viernes próximo lo atacaría y le cortaría la cabeza. Para concluir le pregunte si tenía despachos que quisiera confiarme para llevar a Buenos Aires, Tengo, me contestó,

López fue por varios años soldado raso en el ejército de Santa Fe antes que se le presentara la ocasión de mostrar su valor y su pericia en el mando. Con todo, ascendió muy pronto y, siendo apenas Mayor, fue nombrado por las tropas Capital General, después de ser elevado a su rango, algunos disturbios de origen diverso le proporcionaron la oportunidad de distinguirse más todavía y debe decirse en justicia que, a excepción de cierta ligera tendencia al rigor, ha conocido los negocios de su provincia con notable habilidad, Al año siguiente de haberme entrevistado con él los santafecinos declararon que los grados militares establecidos no bastaban para premiar sus méritos y que debía ser nombrado en seguida General.

 
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A caballo por la pampa de Alexander Caldeleugh   A caballo por la pampa
de Alexander Caldeleugh

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