https://www.elaleph.com Vista previa del libro "El cristiano" de Hall Caine (página 3) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Domingo 05 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  (3)  4  5 
 

-¡Eso es! Llámeme usted de una vez hereje, abuelo. Sé lo que quiere usted decir. Pero, precisamente para probar a usted que no he hecho un voto al cielo de no ir nunca a la iglesia en Londres por la estupenda dosis de iglesia que me ha dado usted en la isla de Man, le prometo enviarle un informe completo y detallado del primer sermón del señor Storm. ¿No es esto una bella acción de mi parte?

El tercer toque de campana sonaba, el sonido de la sirena lanzaba su eco al través de la bahía, y el vapor no esperaba ya más que el correo. Dando un paso para acercarse más al puentecillo, el viejo rector habló con mayor rapidez:

-Niña, ¿te dio suficiente dinero la tía Ana?

Suficiente para el pasaje en el vapor y en tren.

-¡Nada más! Ana es tan...

-No se inquiete usted, abuelo. La mujer necesita poco aquí abajo en la tierra... salvo mi tía Ana. Y, además, una enfermera de hospital...

-Temo que sientas demasiado tu soledad en ese gran desierto.

-¡Sola, con cinco millones de vecinos!

-Vas a extrañar nuestra vieja isla, Gloria; y ya estoy casi arrepentido...

-Si alguna vez me entra la melancolía, abuelo, no haré más que ponerme el sombrero y volar a casa.

-Mañana, desde temprano, voy a estar dando vueltas por la casa en busca de mi fugitiva.

Gloria trató de reírse y parecer alegre.

-¡Arriba, abajo, y en el cuarto de mi dama! ¡Gloria! -gritaré. -¿Adónde ha podido irse esta muchacha? En todo el día no he oído su voz. ¡Qué ha sucedido a nuestra vieja casa para que parezca muerta!

La joven sentía que los ojos se te llenaban de agua; Pero en un tono de amable burla y cariño que salía desde el corazón, dijo severamente:

-Tonterías, abuelo. Antes de pasado mañana ya habrá usted olvidado la ida de Gloria a Londres. Por las mañanas, sermoneará usted a sus sempiternos feligreses, y por las noches jugará usted al ajedrez con la tía Raquel; los domingos regañará usted al viejo Neflus porque se queda dormido en la mesa de lectura; y... todo seguirá su curso lo mismo que siempre.

Las valijas del correo hablan llegado a bordo; uno de los puentecillos había sido va retirado a tierra, y el anciano rector, con su abultado reloj en la mano izquierda, exploraba su bolsillo con la derecha.

-Aquí tienes -dijo jadeante, -el anillito de perla de tu madre.

La joven se quitó el guante gastado y sucio, y tomó el anillo con sus nerviosos dedos.

-Maravilloso talismán; es una reliquia de mi buena madre, señor -dijo el anciano rector.

El joven asintió con la cabeza.

-Usted también está como Gloria en esos... Tampoco usted recuerda a su madre.

-No... no.

 
Páginas 1  2  (3)  4  5 
 
 
Consiga El cristiano de Hall Caine en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
El cristiano de Hall Caine   El cristiano
de Hall Caine

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com