Los jóvenes contraen matrimonio entre los dieciocho y veinte años de edad, en tanto las doncellas lo hacen entre los quince y dieciséis. Practican la poligamia, pero en general el indio no tiene sino dos mujeres y los caciques llegan a mantener tres o cuatro. Las mujeres se venden a cambio de ganado. Antiguamente eran robadas y luego se gestionaba el pago. En la actualidad, se finge aún un rapto, si bien previamente se convienen las condiciones. En la mayoría de los casos el pago se efectúa en dinero y la transacción recibe el nombre de ngillanentun. Cuando el joven ha alcanzado la edad adecuada y reúne las condiciones exigidas para contraer matrimonio pero es demasiado pobre para aportar una dote, toma a su mujer a crédito en la esperanza que sus parientes se ocuparán de cancelar la deuda y jamás queda defraudado. Las esposas de un mismo hombre deben saber tolerarse unas a otras y las que llevan mayor tiempo de casadas ejercen cierto predominio moral sobre las más jóvenes. Sus alcobas separadas se encuentran en las galerías laterales de la ruca. Asimismo, suelen mantener su propio fogón, separado del de las otras mujeres y se turnan en la atención del esposo. También alternan en sus demás relaciones y sólo cuando el hombre está ebrio se ocupa de distribuir las reglas a la comunidad.
El trato que la mujer araucana recibe del hombre es bastante malo. En retribución por todo el trabajo que debe realizar -pues no sólo atiende los quehaceres de la casa y se ocupa de la comida, sino debe labrar la tierra, hilar y tejer- no recibe sino brutales empellones, golpes y palizas.
Cuando está próximo el momento del parto, toda la familia se retira de la cabaña y la parturienta permanece sola al cuidado de una comadrona. La mujer da a luz medio arrodillada, colgada de una soga que pende de uno de los tirantes de la ruca. A veces, el acto se realiza al aire libre bajo un árbol, al cual es sujetada la india, medio suspendida en el aire.
Los hombres festejan los primeros gritos del recién nacido con una salva de risotadas. Un amigo se ofrece como padrino y al cabo de algunos meses se celebra el bautismo. El lacu o padrino regala a su ahijado camisas, pañales, una mantilla y un carnero. Con la sangre del animal sacrificado, dos indios dibujan una cruz sobre la frente y las dos sienes del inocente, lo alzan y claman:
¡Que viva muchos años y sea fuerte!" Seguidamente, se entregan a sus libaciones y cuando todos han quedado sin sentido se da por concluida la fiesta del bautismo o lacutun.
Los mellizos son considerados como mensajeros de inevitable desgracia familiar y por ello los progenitores afectados buscan desembarazarse de una de las criaturas y la regalan. Antiguamente, los niños que nacían con malformaciones eran sacrificados en el acto.
Los nombres de los varones son tomados del reino animal, pero no siempre se adjudica como nombre un sustantivo, sino también un adjetivo, una acción o un número, por ejemplo: Calvuñancu: águila roja; Quirquetripai: salió el lagarto; Mariluan: diez guanacos; Mancopan: el lobo buitre; Egulef: corrieron dos; Nahueltripai: salió el tigre; Punoleff: pasó la noche; Currehuinca constituye una excepción (chileno negro).
