Recuerda, sólo los don nadies son elegidos; porque si eres
alguien en este mundo no eres nadie en el otro. Si aquí eres nadie, te
conviertes en alguien en el otro mundo. Los valores difieren. Aquí, las cosas
burdas son valiosas; allí son valiosas las cosas sutiles. Y lo más sutil, lo más
sutil posible es: no ser. Subhuti vivía entre la multitud, nadie conocía
ni siquiera su nombre, y cuando llegaron estas noticias de que llovían flores
sobre Subhuti, todo el mundo se preguntaba: "¿Quién es ése Subhuti? Nunca hemos
oído hablar de él. ¿Ha sucedido esto por accidente? ¿Le han elegido los dioses
equivocadamente?". ¡Había tantos que estaban más altos en la jerarquía! Y
seguramente Subhuti era el último.
Ésta es la única historia acerca de Shubuti.
Trata de comprenderla bien. Cuando estés junto a un gran
Maestro sé un nadie. Los dioses están locos, te elegirán sólo cuando no seas. Y
si intentas ser, cuanto más triunfes en ser alguien, más errarás. Esto es lo que
buscamos en el mundo; y lo que intentamos también alrededor de un Buda. Anhelas
riquezas. ¿Por qué? Porque con riquezas te haces alguien. Anhelas prestigio y
poder. ¿Por qué? Porque con poder y prestigio no eres ordinario. Anhelas
aprender, tener erudición, adquirir conocimientos. ¿Por qué? Porque con
conocimientos tienes algo de lo que estar orgulloso.
Pero así los dioses no te elegirán. Tienen su propia forma de
elegir. Si tú mismo estás golpeando demasiado tu tambor, no hay necesidad de que
los dioses lluevan flores sobre ti: ya tú estás arrojando flores sobre ti mismo.
Cuando dejás de enorgullecerte de todas las cosas, de pronto toda la existencia
empieza a enorgullecerse de ti. Dice Jesús, "Los que son los primeros en este
mundo serán los últimos en el Reino de Dios. Y los que son los últimos serán los
primeros".
Sucedió una vez que un hombre muy rico murió el mismo día en
que también había muerto un mendigo en la ciudad. El nombre del mendigo era
Lázaro. El rico fue directamente al infierno y Lázaro directamente al cielo. El
rico miró hacia arriba y vio a Lázaro sentado junto a Dios y gritó al cielo:
"Parece que algo ha ido mal. ¡Yo debería estar ahí y este mendigo debería
estar aquí!". Dios se rió y dijo: "Los últimos serán los primeros, y los
primeros serán los últimos. Tú has disfrutado suficiente siendo el primero,
ahora deja que Lázaro disfrute un poco".