El opuesto está a la vuelta de la esquina, y si tienes un poco
de inteligencia verás que el opuesto está alcanzándote, atenazándote el cuello.
Cuanto más bello eres, más sientes tu fealdad interna.
Realmente el ego nunca es poderoso. Sólo sueña con el poder,
piensa en el poder, reflexiona sobre el poder; pero son sólo sueños y nada más.
Y los sueños están ahí sólo para ocultar la impotencia que hay dentro de ti,
pero no pueden ocultar la realidad. Hagas lo que hagas, desde aquí o desde allá,
de nuevo la realidad llega y destroza todos los sueños.
El ego es la cosa más importante del mundo. Pero nadie se da
cuenta de ello, porque el ego sigue pidiendo más, nunca te permite detenerte a
mirar la situación. Antes de que te des cuenta, te empuja más y más hacia
adelante en algún sitio. La meta siempre está en algún sitio cerca del
horizonte. Y está tan cerca que piensas: "Para el anochecer la alcanzaré".
El anochecer no llega nunca.
El horizonte permanece siempre a la misma distancia. El
horizonte es una ilusión. Todas las metas del ego son sólo ilusiones. Pero te
dan esperanza, y tú sigues sintiendo: "Un día u otro me haré poderoso". Ahora
mismo permaneces sin poder, impotente, inferior; pero en el futuro, en la
esperanza, en el sueño, te haces poderoso. Debes ser consciente de que muchas
veces, sentado en tu silla, empiezas a soñar despierto: te has convertido en el
emperador de todo el mundo o en el Presidente de los Estados Unidos, e
inmediatamente empiezas a disfrutarlo. Todo el mundo te mira, te has convertido
en el punto focal de la atención de todo el mundo. Así ese sueño te estimula, te
intoxica. Si sueñas así, caminarás de forma diferente. Esto es lo que le está
sucediendo a todo el mundo.
Tu potencial permanece en los sueños, tú permaneces
impotente.
La verdad es justo lo opuesto: cuando no la buscas, viene;
cuando no la pides, te es dada; cuando no la anhelas, está ahí; cuando no vas al
horizonte, de pronto te das cuenta de que siempre ha sido tuya, aunque nunca la
viviste. Está ahí dentro, y tú la buscas fuera. Está ahí dentro de ti y tú vas
fuera. La estás llevando. El poder más supremo, lo Divino mismo, está en
ti. Y tú estás buscando aquí y allá como un mendigo.