-Haremos un largo viaje de bodas. Tenemos que irnos lejos, muy lejos. Pues ten por seguro que ese canalla de Tucker nos persigue.
Yo contesté:
-Por seguro lo tengo. ¿Quién se atrevería a dudarlo, quién? -Y lancé hondísimo suspiro, exclamando: -¡Oh, miserable Tucker! ¡Oh Tucker nunca bastante execrado, vos tenéis la culpa, nadie más que vos!
-Huyamos.
Y huimos de nuevo, dando varias veces la vuelta al mundo, como si arrolláramos un hilo inacabable alrededor de un ovillo redondo.