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Nuria tomó un tubo de pintura de color carmín y vació un chorro sobre su paleta, luego tomó el tubo del amarillo limón y vertió una porción junto a la anterior, los mezcló y observó el resultado, entonces rebuscó en la caja de tubos de color hasta encontrar uno de color ocre, las diferentes mezclas que podía hacer con estos tres colores le proporcionaron una gama de tonos tostados i cálidos que le fueron muy bien para dar los primeros toques de color al cuadro i conferir vida a los perfiles esbozados con el carboncillo. Empezó a trabajar la pared del fondo que perfiló con trazos de tonalidades siena; después pasó al cortinaje de la derecha que definió con fuertes pinceladas de rojo.
Se rascó levemente la frente con el dedo meñique de la misma mano que sostenía el pincel, se apartó un momento de la tela para observar su obra con un poco de perspectiva. De momento el resultado la complacía y siguió su tarea.
Cuando regresó de la oficina Raúl, su marido, la encontró pintando. Le besó en la mejilla y comentó,
Cuando miro tus cuadros me gustan porque veo en ellos sentimiento. En general, en los cuadros modernos encuentro audacia, innovación, pero también echo en falta sentimientos —Raúl se quedó un rato mirando las imágenes que estaba pintando su mujer, luego, como saliendo de su reflexión, prosiguió—: En los cuadros modernos hay hombres verdes, vacas azules… Una desviación total de la realidad.
—¿Sabes qué, Raúl? —respondió Nuria sin dejar de mirar a la tela— Matisse dijo: “Cuando utilizo el color verde no significa que quiera dibujar hierba; si uso el color azul no quiere decir que quiera pintar el cielo”. El color expresa el estado de ánimo del pintor.
Por más que Raúl sólo quería decir cosas agradables a Nuria no pudo evitar comentar en tono burlón:
—A pesar de esto, estoy seguro que si Matisse hubiese creado el mundo, habría hecho igual que Dios: la hierba verde y el cielo azul.
Nuria no dijo nada, continuó limpiando cuidadosamente los pinceles con un trapo empapado de esencia de trementina, mientras pensaba que Raúl, como siempre, se había mostrado rápido en corregir y lento en alabar.
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Consiga El color del cristal de Josep Maria Salvat en esta página.
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