Existen miedos naturales a la oscuridad, las tormentas, las tradiciones
orales, las profundidades de ríos y mares, al bosque, en fin a todo aquello que
nos acerca al abismo de la muerte. Otros miedos son antinaturales como fobias,
esquizofrenia donde el individuo se siente solo, no advierte la fuente del
temor, la inseguridad lo destruye y opta por el aislamiento en su mundo,
ensimismándose hasta encapsularse dentro de su piel.
El miedo político lo han abordado en distintas vertientes, existe la avenida
interpretativa de Hierón de Jenofonte hasta las Historias de Salustío, cuya
reflexión orienta hacia el tratamiento del miedo desde la perspectiva de la
obediencia, el poder tirano que desemboca en tres connotaciones: miedo, pavor y
temor (Bodei, 1991), y durante muchos años utilizado por diferentes gobernantes
para imponer el miedo como herramienta política y de control social.
En Thomas Hobbes re-aparece el tema del miedo como garantía de la vida dado
que por miedo a los males el futuro se anticipa y entra en convivencia
comunitaria y/o sociedad, a la vez con la función de conservar la seguridad
necesaria para reproducirse socialmente y obtener la preservación de la vida y
la felicidad.
Entonces el hombre se somete al poder del Estado porque le garantiza la vida,
lo cuida del otro y proporciona paz en su entorno. Esta aseveración de Hobbes
conduce a limitar la libertad del hombre y engrandecer al Estado, colocando la
libertad y la necesidad en equilibrio sobre la balanza.
Otra ventana de auxilio en la interpretación de los miedos son los trabajos
etnográficos en pueblos y comunidades donde la violencia, el terror, los
militares y las luchas intestinas han dejado registros indelebles en la
subjetividad colectiva de los habitantes, que podríamos denominar Miedos
Ocultos. La metodología para desocultar los miedos es a través de la observación
y la convivencia capaz de permitir percibir las emociones, gestos, reacciones
emocionales, tonos de voz, exteriorizaciones que muchas veces dificultan una
argumentación (Kessler, 2006) sobre lo visto. No obstante, los productos de
investigación consultados son valiosos en caso de Perú, Argentina, Chile,
Uruguay y Colombia, países que han atravesado por episodios, algunos largos,
otros cortos de violencia política.