https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Convergencias del destino" de Alberto Cam (página 4) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Domingo 19 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  (4)  5  6  7 
 

?Con un poco de suerte, al final de la línea puede ser que encuentres a la mujer de tus sueños y luego sin agregar palabra, dándole la espalda se fue.

El primer oficial del Bretaña, leyó la tarjeta entregada por Herbert y le preguntó si tenía conocimiento de como debía servirse una mesa, él le respondió que lamentablemente no tenía experiencia pero sabía como hacerlo, se lo habían enseñado en el colegio, en las clases de Educación y Buenas Costumbres, agregando que tenía estudios técnicos y práctica en el manejo de máquina herramientas, por haber trabajado en unos talleres navales y tratando de mejorar aún más sus posibilidades, dijo que hablaba algo de inglés; esto terminó por decidir al primer oficial, quién le dijo que se presentara esa misma noche a las veinte horas, el barco partiría en la madrugada siguiente.

La primera escala del Bretaña era el puerto de Soupthantom en Inglaterra. El día siguiente, Herbert se despertó muy de madrugada, se vistió y subió a cubierta para respirar un poco del fresco aire matinal; el barco acababa de tomar amarras en uno de los muelles del puerto inglés; quienes, haciendo honor al renombre de lo que se había dado en llamar "puerto limpio", por la agilidad de sus servicios, que lo hacían muy económico; sobre el muelle ya estaba una cuadrilla de diez hombres para el movimiento de descarga y carga; cuanto antes esto se hiciera, menos estadía pagaría el barco.

Cuando estaba por dirigirse al comedor, para preparar las mesas del desayuno, vio que frente a la planchada, se detenía una ambulancia, dos enfermeros abordaron el barco, con una camilla plegada bajo los brazos; un marinero de cubierta, a su pregunta, respondió.

?Parece que uno de los auxiliares del jefe de máquinas, tiene desde anoche un severo ataque de apendicitis, hay que desembarcarlo.

La sección de pasajeros del "Bretaña" era pequeña, pero muy limpia y sobre todo económica, su capacidad era de cincuenta pasajeros; para todo aquel que disponía de tiempo y de la paciencia de esperar en cada recalada del buque, eran tarifas muy convenientes.

A media mañana, luego de limpiar el comedor, Herbert fue llamado por el primer oficial. Cuando ingresó al puente, éste al verlo, -dijo: ?Adelante Zentner y empezó a explicarle el motivo de su llamado; como ya estarás enterado, hoy tuvimos que desembarcar a uno de los auxiliares de la sala de máquinas, así que te vamos a transferir; tú me has dicho que tienes conocimientos de máquinas, veremos como te desenvuelves; también tu remuneración mejorará; pero antes tendrás que enseñar tu trabajo del comedor a un muchacho que embarcamos para reemplazarte a ti, zarparemos para el medio día.

Salió detrás del segundo oficial, quién lo llevó hasta la entrada de las dependencias de la tripulación, en ese lugar esperaba un muchacho alto y delgado, más o menos se su misma edad; el oficial los presentó y encargó a Herbert que se hiciera cargo del nuevo tripulante, primero que le indicara su lugar en el dormitorio y luego la rutina del comedor.

Herbert, le hizo señas al pelirrojo para que lo siguiera, en el trayecto chapurreó unas palabras en inglés.

?¿Como te llamas? ?preguntó- El novato, sonriendo por la gracia que le provocó la pronunciación del alemán, -le contestó. ?Mi nombre es Harry Couperman. ?Bien, te llamaré Harry y tú, llámame Herbert, -le respondió éste, mientras continuaban hacia los dormitorios de la tripulación. En el trayecto él pensaba, como le había quedado lo poco de inglés que había estudiado, obligado por su padre; éste siempre le decía que todo marino debía, mal que le pese, aprender a hablar inglés, para poder hacerse entender en cualquier puerto del mundo.

Indicó a Harry, una cucheta vecina a la suya y el correspondiente gabinete para guardar la ropa, luego se hizo acompañar hasta el sollado donde se guardaba toda la ropa de trabajo, Harry se probó varias chaquetillas de mozo, hasta que encontró dos que le iban bien de mangas, luego de guardarlas, el joven alemán llevó a su nuevo compañero hasta el comedor; él solamente se concretaba a explicar al inglés todo lo que le explicaron a él, el día anterior.

En ese primer almuerzo, Herbert le dijo que se quedaría para ayudarlo y le recomendó que lo primordial, era no ponerse nervioso y las cosas le saldrían bien.

 
Páginas 1  2  3  (4)  5  6  7 
 
 
Consiga Convergencias del destino de Alberto Cam en esta página.

 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Convergencias del destino de Alberto Cam   Convergencias del destino
de Alberto Cam

ediciones Deauno Documenta

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com