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Atravesó el patio maquinalmente, en momentos en que descendía más densa la bruma; y a poco viose en la carretera.

¿Adónde iba?

Aquello ya no tenía remedio.

Caso común, pero cuyos efectos sólo se sienten bien cuando lastiman la fibra propia. ¡El dolor personalísimo es, a no dudarlo, el gran dolor comprendido! En esos instantes en que se confunden todos los pesares para formar un solo sufrimiento, grave y profundo, siempre una débil esperanza alienta y consuela, y grato es a quien halaga, el llevarla al corazón de los demás.

Llenó, pues, en la farmacia más próxima el objeto que lo llevaba, y resolvió regresar por una calle oscura que abreviaba el camino. Esa calle le era muy conocida. Acostumbraba a transitarla diariamente, cuando iba y regresaba del centro de la ciudad, no sólo porque reunía las ventajas de la recta, sino también porque se la habían hecho interesante ciertas circunstancias y detalles locales, que para otros pasaban inadvertidos. Era la suya, una de esas preferencias excéntricas, que rara vez varían; un hábito constante, y hasta una exigencia del gusto. Por lo demás, la calle, a excepción de una cuadra, compuesta de edificios nuevos y elegantes con jardines al fondo, no presentaba nada de notable; y el mismo número de familias era muy reducido. Nunca se había preocupado, pues, el joven, de descubrir en esa vía solitaria algún rostro bello o cabeza seductora, que sirviese de aliciente a su pasaje cotidiano; la única que llamara su atención, desde un mes atrás, era la de una niña de diez a doce años, blonda, blanca, de correctísimos perfiles, que llevaba luto, y a quien solía ver de regreso de la escuela, o sentada con un libro en las manos, junto a la ventana de una de esas casas airosas y esbeltas a que nos referimos, que el arte moderno erige por encanto en los más apartados sitios. Pero sólo la había mirado como un modelo escultural, digno del más delicado gusto estético, sin sentir otra emoción que la de admiración de la belleza; persuadido, al contemplarla, que la naturaleza superaba al genio del artista, cuando hacía obra de filigrana en carne y nervios.

 
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