https://www.elaleph.com Vista previa del libro "El abanico de Lady Windermere" de Oscar Wilde (página 6) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Jueves 25 de abril de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  4  5  (6) 
 

LADY WINDERMERE. - ¡Estás loco! (Poniéndose en pie.)

LORD WINDERMERE.- Te lo suplico. La gente puede hablar de ella lo que quiera, y así lo hacen, en efecto; pero nadie sabe nada concreto en contra suya. Ella ha estado en varias casas... No en casas a que tú irías, desde luego; pero, al fin y al cabo, en casas adonde van muchas señoras de eso que llaman la buena sociedad. Pero esto no la satisface. Ella quiere que tú la recibas.

LADY WINDERMERE.- ¿Como un triunfo para ella, no es eso?

LORD WINDERMERE.- No; sino porque sabe que tú eres una mujer honrada.... y que si viene aquí una vez sola, esto podrá ayudarla a vivir más tranquila y feliz de lo que vive ahora. Te aseguro que no haré el menor esfuerzo por que vuelvas a recibirla. ¿Te negarás tú a ayudar a una mujer que trata de rehabilitarse?

LADY WINDERMERE. - ¡Me niego! Cuando una mujer está realmente arrepentida, no desea volver a la sociedad, que causó o vio su ruina.

LORD WINDERMERE.- ¡Te lo suplico!

LADY WINDERMERE. - (Dirigiéndose hacia la puerta de la derecha.) Voy a vestirme para la cena, y te ruego que no vuelvas a hablarme de la cuestión esta noche. (Volviéndose hacia él.) Tú te figuras, Arturo, que porque no tengo padre ni madre, estoy sola en el mundo, y que puedes tratarme como se te antoje. Estás equivocado; yo también tengo amigos, muchos amigos.

LORD WINDERMERE. - Margarita, no sabes lo que dices. Estás hablando a tontas y a locas. No quiero discutir contigo; pero insisto en que invites a mistress Erlynne para esta noche.

LADY WINDERMERE.- ¡No haré semejante cosa!

LORD WINDERMERE.- ¿Te niegas?

LADY WINDERMERE.- ¡Resueltamente!

LORD WINDERMERE.- ¡Hazlo por mí, Margarita! ¡Te lo suplico otra vez! ¡Puede ser su salvación!

LADY WINDERMERE. - ¿Ya mí qué me importa?

LORD WINDERMERE. - ¡Qué duras sois las mujeres buenas!

LADY WINDERMERE.- ¡Y los hombres malos, qué blandos!

LORD WINDERMERE.- Cierto que ningún hombre puede ser bastante bueno para la mujer con quien se casa... Pero no vayas a imaginar que yo... ¡Oh! ¡La idea sola sería monstruosa!

LADY WINDERMERE.- ¿Y por qué ibas a ser tú diferente de los demás? He oído decir que apenas hay un marido en todo Londres que no consuma su vida en alguna pasión vergonzosa fuera de su hogar.

LORD WINDERMERE.- Yo no soy uno de ellos.

LADY WINDERMERE.- ¿Y a mí quién me lo asegura?

LORD WINDERMERE.- Tu propio corazón. Pero no abramos más abismos entre nosotros. Dios sabe que estos últimos minutos ya nos han separado bastante. Siéntate y escribe la invitación.

LADY WINDERMERE.- Por nada del mundo la escribiré.

LORD WINDERMERE. - (Dirigiéndose hacia el bureau.) ¡Lo haré yo entonces! (Tira de la campanilla se sienta y escribe una tarjeta.)

LADY WINDERMERE.. - ¿Estás decidido a invitar esa mujer?

LORD WINDERMERE.- Sí. (Pausa. Entra PARKER.) Parker, esta carta a mistress Erlynne, calle Curzon número 84. No espera contestación. (PARKER coge la carta, se inclina y sale.)

LADY WINDERMERE.- Arturo, si esa mujer viene aquí, la insultaré.

LORD WINDERMERE.- No digas eso, Margarita.

LADY WINDERMERE.- Lo digo, y lo haré.

LORD WINDERMERE.- Si hicieras semejante cosa Margarita, no hay una mujer en todo Londres que no te compadeciese.

LADY WINDERMERE.- No hay una mujer honrada en todo Londres que no me aplaudiese. Hemos sido demasiado cobardes las mujeres. Es preciso que demos un ejemplo. Yo lo daré esta noche, si llega el caso. (Cogiendo el abanico de encima de la mesa.) Tú me has regalado hoy este abanico; ha sido tu regalo por mi cumpleaños, ¿verdad? Pues si esa mujer entra en mi casa, yo te aseguro que le cruzaré la cara con él.

LORD WINDERMERE.- Tú no harás semejante cosa Margarita.

LADY WINDERMERE.- Tú no me conoces. (Se dirige hacia la izquierda. Entra PARKER.) ¡Parker!

PARKER.-;,Qué manda la señora?

LADY WINDERMERE.- Comeré en mis habitaciones. O, mejor dicho, no comeré. Procure usted que todo esté listo para las diez y media. Y tenga usted cuidado, Parker, de pronunciar los nombres de los invitados con toda claridad. A veces habla usted tan de prisa que no le entiendo. Esta noche, a fin de no equivocarse, deseo oírlos claramente. ¿Me ha comprendido, Parker?

PARKER.- Perfectamente. Descuide la señora.

LADY WINDERMERE.- ¡Bien! (Sale PARKER.) Arturo, si esa mujer viene aquí, te lo advierto...

LORD WINDERMERE. - ¡Nos perderás, Margarita!

LADY WINDERMERE.- ¿Nos? Desde este instante, mi vida está separada de la tuya. Pero si deseas evitar un escándalo, escribe inmediatamente a esa mujer diciéndole que le prohibo que venga aquí.

LORD WINDERMERE.- ¡Imposible!... ¡No puedo!... ¡Debe venir!

LADY WINDERMERE. - ¡Atente, entonces, a las consecuencias! ¡Tú lo habrás querido! (Sale por la derecha.)

LORD WINDERMERE.- (Llamándola.) ¡Margarita! ¡Margarita! (Pausa.) ¡Dios mío! ¿Qué hacer? ¿Cómo decirle quién es realmente esa mujer? No, no me atrevo. Se moriría de vergüenza... (Se deja caer en un sillón y esconde el rostro entre las manos.)

TELÓN

 
Páginas 1  2  3  4  5  (6) 
 
 
Consiga El abanico de Lady Windermere de Oscar Wilde en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
El abanico de Lady Windermere de Oscar Wilde   El abanico de Lady Windermere
de Oscar Wilde

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com