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El tramo de Punta de las Vacas a Uspallata (once horas de cabalgata) es por demás tedioso. A través de una uniforme garganta, el río Mendoza atraviesa la cordillera oriental y luego el canuno, de herradura abandona su ribera para seguir ondulante por una ladera pedregosa donde abunda la maleza. Uspallata es una prueba de la otrora dilatada expansión del imperio incaico hacia el sud. Su nombre proviene de la lengua quechua y significa (Uspa Llacta) pradera. En verdad, sorprende gratamente al viajero la vista de verdes y frescos campos de regadío a orillas de un arroyuelo y las hileras de altos álamos en derredor de los pocos ranchos de adobe en medio de ese páramo yermo. El paisaje trajo a mi memoria otras vistas que me habían llamado la atención años atrás en Persia: un verde oasis de álamos, rodeado por vastas campiñas pedregosas y en el fondo abruptas y peladas montañas. junto a un albergue tolerable, se encuentra en Uspallata el puesto aduanero donde debe soportarse el siempre ingrato procedimiento. Los funcionarios me parecieron extraordinariamente corteses, pero el trámite algo lento. Corno anticipo de la Pampa cercana, aparecen allí los primeros gauchos, individuos altos, mestizos, de mirada fiera. Van vestidos con el característico chiripá, un amplio paño envuelto en torno a las caderas y que en muchos casos reemplaza al pantalón. Calzan botas de potro, confeccionadas con cuero crudo, de la siguiente manera ... Al caballo recién sacrificado le cortan los bazos y enseguida se separa la piel hasta la altura del jarrete sin efectuar cortes. En la vaina de cuero así obtenida se enfunda el pie y la pierna y con el uso adquiere una perfecta adherencia. El agujero del extremo inferior no se cierra quedando los dedos de los pies al aire, pues el gaucho sólo apoya en el estribo el dedo pulgar. Este personaje de las Pampas lleva siempre consigo cuatro instrumentos: el tacón sujeto a la cintura, el lazo y las boleadoras sobre la montura y el mate y la bombilla para su acostumbrada infusión. Hace gala de increíble destreza en el manejo del lazo y las boleadoras, una pesada bola de hierro y dos más livianas de madera del tamaño de bolas de metralla, sujetas a correas de cuero. El mate es siempre su trago reconfortante. Esta infusión preparada con las hojas de un árbol que crece preferentemente en Paraguay es sorbida del interior del mate, un recipiente redondo del tamaño de un puño, mediante un tubo de plata provisto de orificios en su extremo. Aun el gaucho más pobre tiene su bombilla de plata, ricamente trabajada y un mate con pesadas incrustaciones. En su mayoría, este último es de madera para conservar el calor durante más tiempo. El mate tiene un sabor parecido a un té amargo y astringente y se le agrega mucha azúcar. El gaucho lo bebe hirviente y por regla general el extraño que lo prueba por primera vez se quema la boca.

A fin de evitar la ardiente canícula de la Pampa, resolví recorrer los últimos noventa kilómetros que me separaban de Mendoza a marcha forzada. Desde Uspallata (1.940 metros) el camino de herradura trepa en forma regular y monótona a la cresta de la Sierra de Uspallata, cuyo paso estimo se encuentra a 2.700 o 2.800 metros de altura. Así como el camino carece de atractivos, el panorama de la cordillera es imponente y se despliega allí ante el espectador en toda su majestuosidad. Los dos picos dominantes de la cadena, el Aconcagua (6.834 metros) y el Cerro Mercedario (6.798 m) también llamado Ligua o Cerro Negro, se ven con absoluta nitidez. Por supuesto, el primero se oculta en gran parte tras las altas montañas que lo rodean, sobre las cuales sólo descuella su cima, un cono plano poco llamativo. En cambio, el Mercedario muestra en toda su gloria su cumbre acompañada cubierta de nieves perpetuas. Sólo algunas estribaciones de poca importancia envuelven su pie sin quitarle la callada majestad de su grandiosa presencia. Entre ambas montañas se encuentra el Portillo de Valle Hermoso que lleva a Chile, algo más bajo que el Paso tic Uspallata, pero que carece de camino de herradura. No obstante, mis peones pensaban utilizarlo en su viaje de regreso, presumiblemente con la intención de eludir el puesto aduanero de Uspallata y beneficiarse con un pequeño contrabando. El contrabando a Chile, en particular de tabaco, es bastante floreciente como es dable esperar en zonas montañosas tan agrestes y en virtud de los elevados impuestos aduaneros de las repúblicas sudamericanas.

La Sierra de Uspallata baja hacia la Pampa en abruptos desfiladeros. En sus pendientes se condensan los húmedos vapores de la llanura, mientras que en la alta montaña el cielo del verano rara vez se nubla. La gratificante presencia de la vegetación alegra de nuevo la vista. Gran cantidad de enormes cactus globosos cubren las laderas. En Villavicencio, cerca ya del linde de la Pampa, hice un breve alto por la tarde y luego cabalgué toda la noche hasta Mendoza. Camino polvoriento y matorrales espinosos, esas fueron mis primeras impresiones de la Pampa. Con el alba pude divisar largas hileras de sauces y álamos y huertos bien irrigados. Debí cabalgar aún largas horas a través de alamedas interminables de álamos piramidales hasta llegar al verdadero corazón de la ciudad.

 
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A Mendoza a través del paso de Uspallata de Max von Thielmann   A Mendoza a través del paso de Uspallata
de Max von Thielmann

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