I
ORIGEN HISTÓRICO DEL DERECHO DE LA
GUERRA
El crimen de la guerra. Esta palabra nos sorprende, sólo en
fuerza del grande hábito que tenemos de esta otra, que es la real-mente
incomprensible y monstruosa: el derecho de la guerra, es decir, el derecho del
homicidio, del robo, del incendio, de la devastación en la más grande escala
posible; porque esto es la guerra, y si no es esto, la guerra no es la
guerra.
Estos actos son crímenes por las leyes de todas las naciones
del mundo. La guerra los sanciona y convierte en actos honestos y legítimos,
viniendo a ser en realidad la guerra el derecho del crimen, contrasentido
espantoso y sacrílego, que es un sarcasmo contra la civilización.
Esto se explica por la historia. El derecho de gentes que
practicamos, es romano de origen como nuestra raza y nuestra civilización.
El derecho de gentes romano, era el derecho del pueblo romano
para con el extranjero.
Y como el extranjero para el romano, era sinónimo del bárbaro y
del enemigo, todo su derecho externo era equivalente al derecho de la
guerra.
El acto que era un crimen de un romano para con otro, no lo era
de un romano para con el extranjero.
Era natural que para ellos hubiese dos derechos y dos
justicias, porque todos los hombres no eran hermanos, ni todos iguales. Más
tarde ha venido la moral cristiana, pero han quedado siempre las dos justicias
del derecho romano, viviendo a su lado, como rutina más fuerte que da ley.
Se cree generalmente que no hemos tomado a los romanos sino su
derecho civil: ciertamente que era lo mejor de su legislación, porque era la ley
con que se trataban a sí mismos: la caridad en la casa.
Pero en lo que tenían de peor, es lo que más les hemos tomado,
que es su derecho público externo e interno: el despotismo y la guerra, o más
bien la guerra en sus dos fases.