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4Se levantó de la mesa, dejó el manto y, tomando un paño, se lo ató a la cintura

La acumulación de acciones entre este verso y el siguiente pone ante los ojos la escena con todo detalle. Jn pinta un cuadro que debe quedar grabado para siempre en la mente de los discípulos como la última acción de Jesús con los suyos. Esa será la norma para la comunidad. El amor se convierte en actitudes y acciones concretas de servicio.

La expresión dejó el manto y su correlativa después: tomó el manto (v.12) están en paralelo con entregar la vida / recobrarla. Dejar el manto simboliza dar su vida. Pero inmediatamente Jesús toma un paño o toalla, símbolo del servicio. Con su acción de lavar los pies va a enseñar a los suyos cuál ha de ser su actitud y cuál es el amor auténtico.

5Echó luego agua en el barreño y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con el paño que llevaba ceñido

El lavar los pies, ¿fue solamente un acto de humildad? En nuestra cultura no es fácil entender el significado de esta maravillosa escena. A un enfermo, a un anciano, a una persona imposibilitada le lavamos los pies y nadie se cree por eso un gran santo. En la cultura en que vive Jesús, el lavado de los pies era un servicio que se hacía para mostrar acogida y hospitalidad o deferencia. Sin calcetines, sin asfalto, con caminos sin pavimentar, un lavado de pies era higiénico y descansaba. Era limpieza y bienestar. Pero esto se hacía al entrar en las casas (Lc 7,44: «Simón, no me diste agua para los pies»), no en el curso de las comidas.

Solamente lo hacía un esclavo no judío. En el silencio que debió provocar Jesús cuando todos se dieron cuenta de lo que se proponía hacer, conviene ver la escena con detalle, lentamente. Parece que ninguno de los doce se brinda a ayudar, ni Jesús lo solicita. Él mismo va ejecutando cada una de las acciones preparatorias al trabajo servil. El narrador no va a indicar quién es el primero a quien Jesús se acerca, ni cuál va a ser el último; entre los discípulos no hay orden de preferencia.

Lo que hace Jesús lo hace el Padre. Si Jesús se pone a los pies de sus discípulos, es para revelarnos quién es Dios. Dios no es un soberano que mira benignamente a una masa de gente que tiene debajo. Sabemos y aceptamos que Dios es Amor; pero fácilmente pensamos en un Amor abstracto. Y no. Dios es Amor que actúa, por lo tanto, está a servicio del hombre. Si Dios es Amor, Jesús no podía actuar de otro modo. Un Amor que no esté al servicio del hombre no es amor.

 
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¿Qué te pasó, Jesús? - Vía Crucis y Gloria de José María Rueda Alcántara   ¿Qué te pasó, Jesús? - Vía Crucis y Gloria
de José María Rueda Alcántara

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