Este testamento no será ejecutado con frialdad por los
albaceas, sino leído, meditado y llevado a cabo durante muchos siglos por
millones de discípulos que dimos nuestra solidaridad a Jesús, a su persona y a
su mensaje.
El lavatorio de pies y el mandato nuevo (Jn
13,1-5)
Casi todos los autores que estudian estos temas están de
acuerdo en que Jesús presintió su muerte. Las cosas se habían ido poniendo cada
vez peor desde la crisis de Galilea (Jn 6). La descripción que Juan hace de la
pasión no comienza con el prendimiento. Comienza con la solemnidad del principio
del capítulo 13: «Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que llegaba
la hora...» El punto de arranque del arco está en ese comienzo majestuoso.
Con la frase inicial, Jn introduce no sólo el discurso de la cena, sino toda la
narración de la entrega y muerte de Jesús hasta sus últimas palabras en la cruz.
El punto de llegada estará en Jn 19,30: «Dobló la cabeza y entregó el
espíritu».
¿Qué pretende Juan con este famoso capítulo 13? En el v.34
Jesús dirá lo fundamental: el mandato del amor. Este mandato es muy conciso. Por
eso Juan en las dos escenas que le preceden (lavado de pies y denuncia del
traidor) explica el contenido del mandato.
Primero hacer y después decir. «En mi primer libro traté de
todo lo que hizo y enseñó Jesús desde el principio» (Hch 1,1). ¿Cómo
ha de ser ese amor del que Jesús habla en el mandato? Como el suyo. Y el suyo es
el que Jesús practica en las dos escenas que se narran en este capítulo, previas
al mandato del amor.
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Antes de la fiesta de la Pascua
Toda la narración de la pasión está puesta en función de la
Pascua de Jesús. Se describe su muerte en términos de paso
( = pascua) con
evidente alusión al significado de la fiesta de la Pascua, que celebraba el paso
del pueblo de la esclavitud de Egipto a la libertad. Jesús pasa de este mundo al
Padre. La Pascua de Jesús es un paso a través de lo más espeso de la tiniebla:
la muerte. En el libro del Éxodo la salida se realiza de noche; aquí la cena se
celebra en medio de la noche. La noche, la oscuridad, la tiniebla, son el
símbolo del odio del mundo, que se hace eficaz con la decisión de Judas de
entregar a Jesús.