De
la abertura empezó a salir algo parecido a una estela de gas azulado y
transparente que iba ascendiendo con extremada lentitud; si los espectadores
estaban absortos y paralizados por el miedo, en esta ocasión su estupor creció a
niveles insospechados.
La
estela azulada, al llegar a lo que se creía era su máxima expresión, empezó a
tomar por lo menos un tipo de forma que con un poco de imaginación se podía
describir como una masa gaseosa transparente que de su parte superior salía algo
parecido a unas enormes tenazas y en su parte lateral unas supuestas antenas que
no dejaban de escudriñar el aire en todas las direcciones posibles; de en medio
de las dos tenazas se abría una enorme boca provista de un sinnúmero de afilados
dientes de los cuales babeaba un líquido de color verde pegajoso que, unido al
olor sulfuroso que seguía emanando del cráter, producía a todos los que estaban
ahí una horrenda sensación de pánico e inseguridad, a la vez que fuertes dolores
de estómago precedidos de vómitos y diarreas
incontenibles.
Por
si fuera poco, la forma transparente a medida que iba rebasando el contorno del
cráter, de su boca iban saliendo pequeñas formas también transparentes casi
idénticas a su digámosle madre; disponían de dos tenazas, boca y una ristra de
dientes que aunque pequeños causaban pavor.
Llegado
a este punto, hubo gran desbandada de gente, pues esas pequeñas formas
transparentes a medida que iban saliendo de su cubil, se lanzaban contra todo
ser vivo que encontraban, traspasándolo en milésimas de segundo, desintegrándose
en el acto todo aquel que era atacado por esas formas venidas quien sabe Dios de
dónde.
Gran
parte de estas pequeñas formas se dirigieron hacia el bosque en dirección a la
casa de David, y que probablemente tendría lugar su encuentro con el
protagonista de esta historia.
Esas
pequeñas formas gaseosas se contaban por miles y la nodriza no paraba de
expulsar entes de esa especie, que además de desintegrar cuanto se les ponía por
delante, iban defecando, por decirlo de alguna forma, unas pequeñas cucarachas
de
forma casi esférica y provistas de unas patas delanteras en forma de afiladas
tenazas que cortaban como bisturís.
De
cada forma gaseosa salían centenares de cucarachas que no más tocar el suelo
salían rápidamente en todas direcciones.