Eran
ya las 6 de la madrugada y empezaba a clarear el día, pero en el bosque, eso
como si no tuviera lugar..., de momento...
La
ciudad más próxima distaba a unos 25 kilómetros, y no les pasó inadvertida la
caída del supuesto meteorito -que en espera de próximas investigaciones, así
decidieron llamarlo.
El lugar donde se estrelló el objeto no identificado,
era en un extremo del bosque, mejor dicho, donde ya no había más árboles ni
maleza que lo identificaran como tal, pero el supuesto meteorito cayó casi en
los límites que acotaban el bosque.
No
más tardar, sesenta minutos más o menos de la caída del objeto celeste, ya se
personaron en el lugar todas las fuerzas del orden, policía, bomberos y gentes
del pueblo que la curiosidad les impedía volver a conciliar el
sueño.
Lo
que ahí se vio, era un espectáculo dantesco, un enorme cráter de un kilómetro de
diámetro y unos cincuenta metros de profundidad.
Toda
vegetación incluidos los árboles en un alrededor de 100 metros habían
desaparecido.
El
espeso humo que salía no dejaba ver claramente el objeto que yacía en el fondo
del cráter.
Los
bomberos y la policía tuvieron gran trabajo en hacer que la gente no se acercara
al borde del cráter, por dos motivos, los vapores sulfurosos y gases tóxicos que
fluían desde el fondo del cráter podrían producir una muerte instantánea, y la
presencia de personas no preparadas podrían obstruir los trabajos de la policía
y bomberos, los cuales ya se habían procurado máscaras y trajes
especiales.