El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar
incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca
del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se
está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo.
Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra
él cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más
fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es
arrogante, trata de fomentar su egoísmo.
Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una
reorganización, intenta desordenarlas. Si están unidas, siembra la disensión
entre sus filas. Ataca al enemigo cuando no está preparado, y aparece cuando no
te espera. Estas son las claves de la victoria para el estratega.
Ahora, si las estimaciones realizadas antes de la batalla
indican victoria, es porque los cálculos cuidadosamente realizados muestran que
tus condiciones son más favorables que las condiciones del enemigo; si indican
derrota, es porque muestran que las condiciones favorables para la batalla son
menores. Con una evaluación cuidadosa, uno puede vencer; sin ella, no puede.
Muchas menos oportunidades de victoria tendrá aquel que no realiza cálculos en
absoluto.
Gracias a este método, se puede examinar la situación, y el resultado aparece
claramente.