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Prólogo

?¡Achtung!, eine Kugel kam geflogen, da steht ein Lindenbaum...?
Así solía dirigirse el perro ovejero a su amo, el poeta vienés Helmut Bösengeist, en esa solitaria cabaña de los Alpes donde Les Luthiers situaron la historia de ?El Poeta y el Eco?.
Vaya a saber por qué estas palabras cautivaron al autor de este libro, tal vez fuera porque el perro hablaba el idioma de sus ancestros teutones ?los de Dolder?, tal vez porque adoraba las prosopopeyas animales, o simplemente porque toda la historia era un disparate, y todos sabemos que a Dolder le fascinan los disparates.
Lo cierto es que encariñado con el can, Herman decidió usarlo como seudónimo: ?El difunto perro de Helmut?, porque además faltaba decirlo, el perro estaba muerto.
Portando ese nick estrafalario entró en el foro de Les Luthiers, un sitio de Internet donde los fans de ese grupo musical intercambian anécdotas y experiencias.
Y allí fue donde lo conocí yo.
La irrupción de Herman en el grupo no pasó desapercibida. Desde un comienzo, y haciendo gala de un increíble sentido del humor, intervenía en todos los temas con gran desparpajo, pero sobre todo con una especial displicencia por el ridículo. Se tomaba todo a broma, hacía juegos de palabras, inventaba juegos y adivinanzas, se trenzaba en discusiones tan ociosas como superfluas y, en el caso de que el interlocutor fuera medio paparulo, la chispeante ironía de Herman brotaba entonces a raudales.
A comienzos de 2006, escudado en el anonimato, envió una carta firmada por un tal ?Orlar del Húmedo Gremlin? -un anagrama de su propio nombre-, en la cual se presentaba como un seguidor de Les Luthiers desde la lejana Singapur. El tipo se expresaba en un español esperpéntico y casi incomprensible, cosa que enterneció el corazón de muchos. Hablaba hasta por los codos y le gustaba contar las costumbres exóticas de su país. Vaya una perlita, a modo de ejemplo:
En Singapore el himno dise "hai zai zhi yu yuan..." pero muchos disen "hai zai SHI yu yuan...". jajajajajajaja. ké ilarante ¿no?

 
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