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Herman se divertía como energúmeno haciendo oscilar a su personaje entre lo verídico y lo fabuloso, aunque algunas veces se pasaba de rosca y se volvía francamente grotesco.
Visto a la distancia no entiendo como pudo llevar la broma durante tanto tiempo. Lo cierto es que Orlar se fue volviendo cada vez más desfachatado, hasta que estalló la polémica. Algunos, los más intolerantes, comenzaron a pedir la cabeza del malayo, otros trataban de justificarlo aduciendo cuestiones de diferencia cultural. Todo terminó cuando Herman confesó que todo había sido una broma, que Orlar era un engendro suyo, una especie de alter ego. Entonces sucedió lo inevitable, la gente sintió que le habían tomado el pelo y exigieron en cambio la cabeza del padre de Orlar.
Herman, algo contrito, ensayó unas tímidas disculpas:
Estoy en este foro porque me encanta Les Luthiers, el humor, los juegos de palabras, la exploración del ridículo ¿No es este un lugar para divertirse? ¿No se divirtieron con Orlar?
Luego intentó con la ironía:
Admiro a las personas que saben reconocer cuando se equivocan, y detesto a quienes no reconocen sus errores. Aunque debo reconocer que siempre me los confundo...
Finalmente se cansó, dijo chau y abandonó el foro. 
Para los que nos chifla el humor inteligente fue como si alguien hubiera apagado la luz, la luz de la diversión, de la inteligencia, de la sorpresa. Naturalmente, hubo reclamos: ¡Volvé Herman! ¡Este foro no será lo que era sin vos! ¡Queremos seguir leyéndote!
El epílogo de esta pequeña historia fue que Herman, algo más circunspecto, volvió al foro.
Pero aclaró los tantos:
De ahora en más, me guardaré muchas de mis ocurrencias para mí mismo. Quizás el ejercicio de pensar antes de escribir le devuelva por fin su funcionalidad a mi atrofiado esfínter mental.
Ojalá que esas ocurrencias, aquellas que lamentaba no poder compartir con sus amigos, las haya volcado en este libro.
¡Bienvenidas sean! 
Será como si Orlar hubiera decidido perdonarnos nuestra inopia y hubiera vuelto para cautivarnos con sus historias, para divertirnos y hacernos reír.
Quiero terminar este comentario con una frasecita que no me pertenece, ya que la escribió Herman en ocasión de mi cumpleaños. Aprovechando entonces este año que se acaba, me permito modificarla y aplicarla al autor de este libro, que bien se lo merece:
Por la presente queremos felicitar al planeta Tierra por haber dado otra vuelta más con Herman Dolder encima.

Carlos Núñez Cortés ?Diciembre 2009
 
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