-¿No desea tomar algunas disposiciones? ¿Ver a un
capellán, por ejemplo?
-No querría procurarme un descanso tan largo
privándolo del suyo, aunque fuera por poco rato.
-¡Dios mío, muchacho! ¿Tiene usted
intenciones de ir a la muerte sin otra cosa que bromas en los labios? ¿No
sabe usted que es un asunto serio?
-¿Cómo podría saberlo? Nunca he estado
muerto en mi vida. He oído decir que la muerte es un asunto serio, pero
nunca por aquellos que hicieron la experiencia.
El general quedó un momento silencioso. Aquel individuo
le interesaba, le divertía, quizá. Era un tipo de hombre que
no.había encontrado antes.
-Por lo menos -dijo-, la muerte es una pérdida. La
pérdida de la relativa felicidad que gozamos, y de otras ocasiones de ser
felices.
-Una pérdida de la que nunca tendremos conciencia puede
soportarse con calma y aguardarse sin aprensión. Habrá observado,
mi general, que de todos los hombres muertos que usted ha tenido el heroico
placer de sembrar en su camino, ninguno le ha dado señales de pesar.
-Si estar muerto no causa pesar, el. paso de la vida a la
muerte, morir, en suma, da la impresión de ser muy desagradable a quien
no ha perdido la facultad de sentir.