-Oiga, Tassman, llévele esto al ayudante mayor y
vuelva.
-¿Y el prisionero, mi general? -preguntó el
soldado después de saludar y echar una mirada en dirección al
espía.
-Haga lo que le digo -dijo el general.
El soldado tomó la nota y salió de la tienda
bajando bruscamente la cabeza. El general Clavering volvió hacia el
espía federal su hermoso rostro, de rasgos nítidos, lo miró
en los ojos, no sin dulzura, y le dijo:
-Es una mala noche, muchacho.
-Para mí, no cabe duda.
-¿Adivina lo que acabo de escribir?
-Algo digno de leerse, espero. Y me atrevo a decir,
quizá sea vanidad de mi parte, que yo figuro en ese papel.
-Sí, es el memorándum de una orden acerca de su
ejecución para ser leída a las tropas no bien suene la diana. Y
también hay unas líneas que conciernen al capitán preboste
para que arregle los detalles de la ceremonia.
-Espero, mi general, que el espectáculo será
inteligenternente preparado, porque yo asistiré en persona.