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Aun cuando la Naturaleza ha rodeado aquí al hombre de diversos enemigos, parece haberlo compensado brindándole con prodigalidad lo que necesita para una vida sencilla y lo ha bendecido con la región, la fecundidad de una numerosa descendencia. En 1, las mujeres es increíblemente grande y el aumento de la población se cuenta entre los fenómenos más maravillosos. Según las afirmaciones de nuestro versado anfitrión, hace cuarenta años no se contaban sino tres mujeres en la zona en derredor de Contendas y en la actualidad en la franja comprendida entre el río Verde Grande y el río de S. Francisco los habitantes suman casi diez mil, de los cuales unos cuatro mil pueden visitar la iglesia de Contendas de tiempo en tiempo, pero los restantes están radicados en lugares muy alejados. Una mujer de Contendas de unos cincuenta años de edad cuenta doscientos cuatro descendientes vivos; otra, septuagenaria ya, contrajo matrimonio con un hombre de igual edad y le dio trillizos. Las tres criaturas viven aún. Las mujeres de sólo veinte años de edad, madres de ocho a diez hijos no constituyen ninguna rareza. En cambio, casi no se tiene ejemplo alguno de un nacimiento desafortunado. Las mujeres pierden muy pronto su belleza, y sus vivaces rasgos se alteran por la frecuente disposición a la obesidad, aumentada por los baños calientes, pero no es sino más tarde cuando pierden su vitalidad y la actividad orgánica respecto al otro sexo. Entre los hombres se encuentran individuos de enorme talla y ancianos vigorosos y ágiles que han conservado todo el humor de sus años mozos. La mortalidad es tan reducida que por año se registran apenas tres o cuatro decesos, mientras los nacimientos ascienden a setenta u ochenta. Como cada padre de familia educa a sus hijos para que lo ayuden en sus trabajos, la prole numerosa no es objeto de aflicción y queja como en nuestros países civilizados, sino el orgullo de los progenitores. Esta circunstancia movió al gobierno a utilizar el Sertáo de Contendas como un semillero de seres humanos. Por otra parte, la tierra premia con esplendidez la laboriosidad del agricultor. El maíz, en particular, da cosechas magníficas. Se lo siembra de preferencia en octubre, en un suelo de tierra negra muy fina, de consistencia arcillosa que allí, como en Bahía, recibe el nombre de massapé, y se cosecha en abril. En algunas regiones se cultiva una variedad de grano chico llamada cadete, que produce semillas maduras dos veces al año. Las variedades comunes que sólo se distinguen por el color y el tamaño de los granos, son el maíz colorado oscuro, el amarillo grande y el amarillo chico. Los tubérculos de mandioca se pudren fácilmente, razón por la cual no se los conserva más de un año. Pasado este tiempo aumenta considerablemente de tamaño. Tampoco resulta favorable la tierra muy seca. De las diversas variedades de esta planta se cultivan de preferencia las siguientes: mandioca sutinga de galho, sutinga de agulhada, saracura, branca y tiriciri, que prosperan mejor en el bosque que en el campo. Las raíces de la variedad suave, llamada aipim, carente de la sustancia nociva fuerte, asada sobre las brasas, constituye una comida muy usual de los sertanejos. |
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Consiga En el Sertão de Karl Friedrich Philipp Von Martius en esta página.
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