-¡Pero es magnífica! ¡Diferente!
Alejandro aceptó la alabanza sin comido.
-Gracias, a varios críticos también les ha impresionado.
-Debes estar orgulloso de darte a conocer así.
-Creo que sí.
-Yo no conozco mucho de arte, ¡pero tu escultura se ve tan
real! -Ana levantó su mano señalando ansiosa a la escultura- ¿Cómo logras darle
ese aspecto?
Alejandro sonrió.
-Eso -contestó solemne y enfatizando con el dedo-, es un
secreto.
-Bueno -balbuceó Ana un poco contrariada-, en realidad yo...
-Comprendo -atajó Alejandro-. Tengo una técnica secreta,
¿sabes?
Ana lo miró con gesto de incomprensión.
-Mira -continuó Alejandro-, los artistas somos como pequeños
dioses y, si lo ves de esa forma, hasta ahora Dios no nos ha revelado todos sus
secretos. Creo que el relato bíblico del Génesis es mi paradigma: -Alejandro
levantó la mano con aire dramático- "Y creó Dios al hombre, del barro..."
-intempestivamente Alejandro salió de su histrionismo y se volvió a Ana:- ¿Sabes
qué es paradigma?
La pregunta tomó por sorpresa a Ana, no sólo por la pregunta en
sí, sino por la manera en que se la había planteado. Extrañada contestó:
-Sí, sí, claro.
Alejandro sonrió y luego continuó:
-Pues es precisamente eso. Los artistas creamos, tal como Dios
crea.
Ana frunció un poco el ceño.
-Es interesante lo que dices, y creo que tienes un gran
talento.