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Por lo demás, nuestro misionero se mostraba muy satisfecho de su situación. Trataba a los indios con dulzura: veía prosperar su misión, y alababa con entusiasmo las aguas, los bananos y la leche del cantón. La vista de nuestros instrumentos, de nuestros libros y plantas desecadas le provocaban una maligna sonrisa, y con la ingenuidad característica de estos climas declaraba que de todos los goces de la vida, sin exceptuar el del sueño, ninguno era comparable al placer de comer buena carne de vaca; tan cierto es que la sensualidad crece con la ausencia de ocupaciones del espíritu. Nuestro huésped nos invitaba a menudo a ir a ver vaca que acababa de comprar; y al día siguiente cuando salió el sol, no pudimos dispensarnos de verla matar a la manera del país, es decir, dejarretándola antes de hundir un ancho cuchillo entre las vértebras del cuello. Por desagradable que fuese tal operación, nos hizo conocer la suma destreza de los indios Chaimas que en número de ocho lograron dividir en pequeñas porciones al animal en menos de veinte minutos. La vaca sólo valía 7 pesos, y ese precio pareció muy subido. El mismo día había pagado el misionero 18 pesos a un soldado de Cumaná, que tras \diarias tentativas infructuosas, logró sangrarlo en el pie. este hecho, poco importante en apariencia, muestra de un modo elocuente cuánto difiere en los países incivilizados el precio de las cosas del precio del trabajo.

La misión de San Fernando fue fundada a fines del siglo XVII, cerca de las juntas de los riachuelos Manzanares y Lucas Pérez. Un incendio que quemó la iglesia y las cabañas de los indios determinó a los capuchinos a establecer la aldea en el hermoso emplazamiento que hoy ocupa. El número de familias ha crecido hasta ciento, y el misionero nos señaló que la costumbre seguida por los jóvenes de casarse a la edad de trece o catorce años contribuya mucho a este rápido aumento de la población. Negaba que la vejez fuese tan precoz entre los indios Chaimas como comúnmente lo creen los europeos. El gobierno de estas comunas indianas es por lo demás muy complejo: tienen su gobernador, sus alguaciles mayores y sus comandantes de milicias, que son todos indígenas cobrizos. La compañía de arqueros posee sus banderas y hace ejercicios con el arco y la flecha tirando a: blanco: es la guardia nacional del país. Este aparato militar bajo un régimen puramente monástico nos pareció curioso.

La noche del 5 de setiembre y la mañana siguiente hubo una espesa bruma: no nos encontrábamos, sin embargo, a mayor altura que de cien toesas sobre 1.3 superficie del mar. En el momento de salir determiné geométricamente la altura del gran monte calcáreo situado a 800 toesas de distancia, al mediodía de San Fernando. y de cuesta escarpada hacia el Norte. Solamente está elevada 215 toesas más que la plaza mayor; pero desnudas masas de rocas que se encuentran en medio de una espesa vegetación le dan un aspecto muy imponente.

 
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Hacia el valle de Caracas de Alexander von Humboldt   Hacia el valle de Caracas
de Alexander von Humboldt

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