Viernes 3 de diciembre
Hoy después del trabajo me fui a mirar ropa. Tenía ganas de
comprarme algo lindo para ponerme esta noche, pero mi peso y mi indecisión me
hicieron perder demasiado tiempo. Me veo gorda y nada me queda bien. Terminé
comprándome un vestido que, depende con qué ánimo me mire, me hace sentir
moderna y superada, o una gorda escondiendo kilos debajo de mucha tela. Y
encima, me salió carísimo. Tengo que bajar de peso. Ese es el propósito número
uno para este año. Absoluta prioridad. Pero esta es la peor época del año para
bajar de peso. Hay cenas, hay brindis, hay festejos. Hay alegría y reuniones y
helados. Hay cerveza, hay amigos, hay champagne. Creo que dejo lo de la dieta
para el año que viene. Total falta poco.
Me visto porque me deben estar por pasar a buscar.
Harta de salir sin ganas. Pero Vero viene anunciando esta fiesta
desde hace meses. Y yo que me hice ilusión. Porque a veces me pasa eso. Estoy
desprevenida y me contagio ilusiones ajenas.
Sábado 4 de diciembre
Me gusta esto de escribir. Me acabo de levantar y no sé qué hacer
con tanto día por delante.
Anoche la pasé bien. Normal. Mucha gente que no conocía. La casa
muy linda. Su marido es grande, tiene hijos de la edad de Vero. Ella es su
segunda mujer y están estrenando convivencia. Se los ve llenos de ilusión, y de
plata y de mucamas y de viajes. Valió la pena tanto esfuerzo, Vero.
Tanta gimnasia, tanta dieta, tanta dedicación. Lolas nuevas,
masajes, peluquería, botox. No tiene treinta todavía. Pero valió la pena tanto sacrificio,
rindió sus frutos. Se ganó un primer puesto en un segundo matrimonio.
Él estaba tan bronceado y tan feliz rodeado de tanta gente joven,
luciéndola a ella como a un trofeo merecido. Estuvieron toda la noche de la
mano, o abrazados, compartiendo su empalagosa felicidad con todos los invitados.
Ella estaba espléndida, con un vestidito impecable de espalda descubierta,
piernas muy doradas, pelo muy brillante. Impecable. Cada vez que los miraba
estaban perfectos para la foto. Demasiada foto posible no es normal. Había un DJ
muy cool, muy tranqui que pasaba música chill out. Y colchonetas grandes en el pasto con almohadones desparramados.
Había velas grandes y barras de tragos.