-Quiero cambiar -le dije-. Te lo juro. Y esta vez es en serio.
-Te vendría bien hacer terapia. Pero terapia de verdad. No lo que
hiciste hasta ahora. Por lo menos dos años con el mismo analista. No importa
quién.
Dijo que si yo logro sostener una terapia por lo menos dos años
con la misma persona ya me voy a curar lo de inconstante por lo menos. Una
menos. Una para ir tachando de la servilleta.
Le dije que sí.
Le dije que quiero ocuparme de mí. Este es un buen momento para
empezar. No es que nunca haya hecho nada. Me pasé la vida tratando de cambiar
esas cosas y otras más que no sé si no me
las dijo porque exagero y tan buen observador no es, o porque ya se había hecho
tarde y se quería ir.
Con esto de que tiene novio nuevo, Pepe últimamente me está dando
bastante poca bola.
Jueves 2 de diciembre
Y ahora en casa, pensando tranquila en todo lo que hablamos ayer,
me decidí. Es un buen momento para empezar de cero. Aprovecho que empieza el
año. Voy a empezar con una cosa por vez. Escribir. Por lo pronto me propongo
escribir, dicen que es bueno. Lo leí en el libro "El camino hacia la vida
plena". No creo que pueda hacer todo como dice el libro, todo bien, al pie de la
letra. Pero voy a tratar, aunque sea, de escribir. Dice el libro que escribir es
una catarsis, que es sanador, que es terapéutico. Y me voy a poder organizar.
Ver todo escrito me va a ayudar a darme cuenta de lo que hago bien y de lo que
hago mal. A ser realista. Buen recurso para darme la cana. Si lo escrito hecho está, no voy a poder engañarme. No voy a
poder engañarme. Voy a pensarlo un rato más. No sé si quiero. No sé si quiero
escribir y no poder engañarme. No más excusas, no más justificaciones.
Sincericidio puro. Ridículo.