Antes de que los esposos abandonen el lecho de cuarentena, el niño es soplado por los parientes, después de lo cual la abuela o el abuelo le impone uno de los nombres usuales en la familia. Si los abuelos han fallecido la misión recae en el padre y al igual que hicieron con él en sus más tiernos años, perfora los lóbulos de sus orejas, el labio inferior y el tabique nasal. Desde su nacimiento hasta el momento en que puede confiarse a sus propios pies, es raro ver a la madre sin su crío a cuestas. Durante ese período sigue siendo parte integrante de su yo. A despecho de su más tierno amor maternal jamás se ve a la mujer besar a su hijo, tampoco se le oyen pronunciar esas expresiones cariñosas, siempre presentes en boca de las madres europeas. Su afecto parece ser más serio y manifestarse en cosas esenciales. A pesar del amor que profesa a su hijo, el padre tiene plena potestad para venderlo a otros, tal vez a algún matrimonio estéril y de nada valen las amargas lágrimas derramadas por la madre. El varón o la niña, junto a su progenitor escuchan con rostro inmutable los argumentos de la transacción y siguen a sus nuevos padres sin oponer resistencia. El precio de una criatura es el mismo que el indio exige por su perro: un fusil, un hacha o algo parecido. Pero además el comprador debe dar a los muchos parientes del niño que acuden en gran número, alguna otra fruslería como perlas, etc.
La educación del varón se restringe a enseñarle a nadar, pescar y cazar, confeccionar armas y otros menesteres, mientras las niñas son instruidas por la madre en las artes de la atención del hogar. El aborigen no conoce reprimendas ni castigos, pues es el perro y no el Macusi quien merece los golpes".
La madre amamanta a su hijo todo el tiempo que éste lo desee. Si la familia aumenta, la abuela asume los deberes de la madre con su nieto y muchas veces he podido observar chicos bastante robustos y crecidos de pie junto a la madre o la abuela, prendidos de sus mamas. A estas les corresponde también criar a los cachorros que el hombre de la casa o el hijo han encontrado abandonados. Cuando expresé a Sororeng mi extrañeza ante tan curioso fenómeno, me informó que las mujeres emplean un medio por el cual conservan la leche hasta su más avanzada edad.
Al llegar el varón a la pubertad su madre le sustrae sus cuidados y su atención y se convierte para ella en un extraño.