Mientras que en casi todas las demás tribus de las Guayanas rige la poligamia, entre los Macusi son muy raros los casos en que se practica, y por lo tanto me llamó la atención encontrar entre ellos no sólo matrimonios poco prolíficos en general, sino muchos sin descendencia alguna. Esta circunstancia casi me hizo admitir como cierta la idea de que en muchos casos las mujeres interrumpen su embarazo por medios artificiales. Pero cuando Buffon cree haber descubierto la causa de la reducida natalidad en la falta de un amor tierno y apasionado entre los cónyuges, se equivoca. El hombre ama a la mujer y ésta al hombre tan entrafiablemente como ocurre entre los pueblos civilizados, sólo que el hombre considera indecoroso y poco viril hacer demostraciones en presencia de extraños y por esta razón mira con desprecio a los paranaghieris (extraños), incapaces de controlar sus sentimientos. En presencia de extraños, en particular de europeos, el indio simula una indiferencia casi glacial respecto a su mujer y sus hijos, así como sabe también dominar con maestría todas sus demás emociones. Por el contrario, si la pareja se cree al amparo de la curiosidad ajena, colma a los suyos de todas las caricias de que es capaz un europeo. Sólo recuerdo un caso en que no fue observado este decoro exterior: una pareja casada hacía más de un año nos acompañó en nuestro viaje a Tacutu, y daba rienda suelta a su afecto prodigándose caricias aun en nuestra presencia.
Aunque se objete como incierta esa causa respecto a la evitación de los embarazos, existen muchas otras circunstancias que explican la curiosa natalidad restringida, mejor que la indiferencia y la falta de recursos, dos motivos inexistentes. El arduo trabajo en el campo y en la casa, la infatigable ansia del hombre por vagar (la mujer debe acompañarlo entonces para cargar con los utensilios y las provisiones), la frecuente escasez y los esfuerzos extenuantes, son sin duda la causa primordial de la esterilidad y lo confirma el hecho que las indias casadas con europeos, algo muy frecuente en la costa, son madres de tina numerosa prole por no estar sometidas a esos esfuerzos y privaciones. A pesar del disgusto que me causa admitir que el embarazo es impedido con frecuencia por medios artificiales, creo que el peso del trabajo que agobia a la mujer y la vanidad tan común en el sexo femenino, son motivos para la práctica de tan abominable costumbre. Con el nacimiento del hijo aumentan los trabajos y las preocupaciones de la mujer y por otro lado los reiterados puerperios borran por completo los vestigios de su antigua belleza. Las expresiones: "Tienes bellos y mansos ojos, tu frente es hermosa", o "¡Qué hermoso marco para esos ojos!- provocan en las indias el mismo efecto que los requiebros en el corazón de una cocotte alemana.
Los nacimientos de mellizos son rarísimos y durante toda mi estada entre los aborígenes de las Guayanas no recuerdo haber visto más que dos Pares de mellizos entre los Macusi y los Vajca, que al mismo tiempo vienen a refutar la segunda afirmación según la cual en los casos de partos dobles una de las criaturas es sacrificada por la propia madre para evitar la sospecha de infidelidad en su marido y exponerse a las burlas de las otras mujeres. En consecuencia, esta costumbre no imperaba entre los Macusi y Vajca, lo cual hubiera desmentido su carácter tranquilo y suave.
