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Buffon bosqueja la siguiente característica de los habitantes de América del Sud. "Aun cuando el salvaje de América concuerda con el hombre del mundo civilizado en cuanto a sus talentos naturales, no desmiente el reparo contra la general decadencia del organismo animal en ese continente. Los órganos genitales del salvaje son pequeños y débiles. Carece de barba y no siente por la mujer un amor apasionado. Si bien su constante vagar lo hace más hábil que el europeo, éste le aventaja en vigor y fortaleza. Asimismo, todos sus sentimientos son menos vivos, con excepción del miedo y la cobardía, más intensos en el aborigen. No posee vivacidad, ni esas facultades mentales despiertas. Su actividad no nace de un impulso interior a hacer algo, sino responde únicamente a la necesidad y a la carencia. Si se anula el estímulo de la satisfacción del hambre y de la sed, su actividad habrá perdido toda motivación. Permanece todo el día sentado o echado en su hamaca, sumido en una tranquila y monótona abulia. Es fácil descubrir la causa de su vida en aislamiento, su recelo a la reunión. No les fue acordada la más bella chispa del fuego de la Naturaleza; no sienten amor apasionado por la mujer y, por lo tanto, tampoco sienten amor por el ser humano que hay en cada uno de ellos. Al desconocer la más hermosa y tierna de las inclinaciones, todos sus sentimientos amorosos son fríos y apagados; su amor paternal y filial es débil, todos los vínculos familiares son flojos; ninguna familia se siente ligada a las otras. Esta es la razón por la cual jamás lograron formar una comunidad, una república, un estado socialmente organizado. Sólo el amor físico es el creador de la moralidad de sus costumbres. Las mujeres son las esclavas, las bestias de carga de los hombres que las hacen llevar a cuestas sin piedad alguna, el fruto de sus cacerías, las obligan a realizar trabajos que a menudo superan en mucho sus fuerzas. No se ocupan gran cosa de los pocos hijos que tienen. Todo esto debe atribuirse a esa razón; son indiferentes por culpa de su debilidad y esa indiferencia respecto a la mujer es la tara congénita que profana la Naturaleza, hace imposible su tensión, y así, por aniquilar al mismo tiempo los gérmenes de la vida, socava los fundamentos de la sociedad, Por esta razón el individuo no se eleva por encima de aquello que se ha asegurado. La Naturaleza le negó la capacidad de amar y en consecuencia lo menoscabó y maltrató más que a un animal.Toda esta descripción se basa en teorías y adolece de la refrendación de la experiencia. La mía, desprovista de teoremas y conclusiones filosóficas, probará esta afirmación y refutará las incriminaciones aisladas del gran naturalista. |
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Consiga Visita a los indios Macusi de Richard y Robert Hermann Schomburgk en esta página.
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