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?Hermano, lo que pasa es que esto es un juego. ¡Un juego! ¡Un juego! Y tú te lo tomas demasiado en serio. Demasiado, en serio. ?Y sonríe, mientras dice esas palabras, y suelta la careta, que pesada cae sobre el verde del suelo. Otra vez los jugadores lo atajan por la cintura, temiendo una pelea. Pero el catcher vuelve a subir sus brazos, mostrando las palmas de las manos, así que lo dejan tranquilo.

Así que continuó, el catcher. Dejó caer el casco. Ahora empezó a quitarse las canilleras, las soltó al suelo. El peto también cayó. Lentamente se sacó los tacos, la camiseta, la sudadera, el cinturón, el pantalón, las medias, la concha, el bóxer. Todos vimos un hombre desnudo.

Luego se quitó el traje de piel, completo, se lo quitó íntegro, de una sola pieza; y siguió desprendiéndose los músculos, los nervios, las vísceras. Los huesos también se los quitó. Todos vimos, entonces, nada más que a un alma, ahí, cerca del home. El home de un estadio. Un estadio de una ciudad. Una ciudad de un país. Un país del planeta. Un planeta de una galaxia. Una galaxia del universo. Un universo, infinito.

Y así, desnuda, la voz del alma retumbó con un estruendo en el estadio, mucho más fuerte que la suma de los coros de aficionados de todos los tiempos; retumbó con toda la fuerza de sus siglos, con toda la fortaleza de sus victorias, con todas las voces que ha tenido y que tendrá. Todo eso en una sola voz. Hermosa la voz del alma cuando dijo:

?Lo que pasa es que esto es un juego. ¡Un juego! ¡Un juego! ¡Y tú te lo tomas demasiado en serio!

Seguidamente, el alma se empezó a vestir, sin prisa. Comenzó a ponerse los huesos, las vísceras y siguió con los músculos, los nervios y su traje de piel. Todos volvimos a ver a un hombre desnudo.

Hasta con parsimonia se puso el bóxer, la concha, la sudadera, la camiseta, el pantalón, el cinturón, las medias, los tacos. Recogió el peto del suelo y se lo puso. Se amarró también las canilleras, la careta y metió la mano en la manopla, que estaba en el suelo. Todos volvimos a ver al pelotero, al catcher. Más tarde veremos al padre, al abuelo. Ya había sido el hermano, el hijo. Es el esposo, el amigo, el trabajador, el ciudadano. Es un jugador. Y sonrió.

 
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