Pretendo con este pequeño libro una contribución a la nueva
evangelización. Pongo la mirada en el Evangelio y pretendo encontrar en él lo
que Jesús me dice con unas pocas parábolas acerca de quién es Dios, cómo actúa,
cómo vive, qué preocupaciones tiene.
Algunas veces podré citar las fuentes de lo que digo. Otras
muchas no. Durante años he intentado ayudar a la juventud con los Ejercicios
Espirituales de San Ignacio y también durante años he acompañado a muchos grupos
en convivencias para orientarse en la vida. Los jóvenes, muchos jóvenes, no
soportaban escuchar explicaciones del Evangelio (tampoco el leerlo), por lo que
la labor de evangelización hubo de hacerse a través de mecanismos participativos
en los que era más fácil ocuparles en dinámicas de conocimiento propio, de
relación y comunicación que en otras de conocimiento de Dios y cómo relacionarse
con Él a través de la oración. Siempre me disgustó tener que limitarme a una
labor de inexperto aficionado en estas cuestiones psicológicas y puse mi interés
en inventar algunos ejercicios en los que a través de la reflexión personal y
diálogos en grupos, los jóvenes se familiarizasen con la figura de Dios que
Jesucristo nos da en las parábolas. Ese es el material de estas páginas.
Mucho de lo que hay aquí es el resultado de la experiencia de
muchas convivencias de tres días con grupos de jóvenes de 17 a 20 años de edad.
Hay otras veces que estos comentarios escritos surgieron como resultado de un
rato de oración y en otras ocasiones brotaron leyendo o conversando con gente
que ha experimentado a Dios. Cuando tuve ocasión y me acordé tomé nota de quién
era el que me había brindado tan generosamente la idea. Otras veces no tomé
nota. Si algo se encuentra ya sabido, no hay duda: lo copié porque me lo
brindaron en algún escrito y me llegó al corazón.
Eso es lo que para ti deseo sinceramente: que te llegue al
corazón. Si en su lectura te acompaña pausadamente la gracia del Señor, pasarás
de la pregunta cargada de curiosidad: «¿Cómo eres, Dios?» a la admiración
repleta de asombro: «¡Dios! ¡Cómo eres!».