LOS
LINCHAMIENTOS
El linchamiento consiste en
la aplicación de un castigo ejemplarizante por parte de una multitud -ante la
supuesta comisión de un delito- con diferentes niveles de participación: las
mujeres incitan a la acción y se involucran en su "planificación"; mientras que
los hombres la ejecutan (Fuentes Díaz, 2001). Durante la acción no se concede al
linchado ninguna oportunidad para aclarar su situación, ni se espera la
actuación policial.
A pesar de ser una violencia
ejercida por personas de la clase social menos favorecida hacia personas de su
misma condición, es asumida como parte del combate contra el crimen y por el
logro de la tranquilidad.
La acción agresiva de la
clase popular contra la delincuencia queda legitimada y se reproduce en un
discurso favorable al que lincha, justificado por la existencia de un clima de
impunidad.
Sucede que la percepción de
impunidad genera en estas personas de escasos recursos un ánimo de frustración
llevándolas a involucrarse en un acto de violencia extrema contra un individuo
de su propia condición.
Seguramente imaginando que
así participan de la lucha contra la violencia que marca su cotidianidad o
asumiendo, por un mecanismo de saturación, el comportamiento de "victima
agresiva", que las hace pasar de victimas a victimarias.
Por la evocación del
sufrimiento propio, en las victimas anida un resentimiento que explota en la
búsqueda de venganza, que bien puede disimularse en la intensidad emocional de
la muchedumbre que realiza la acción.
Es que durante el
linchamiento individuos generalmente inofensivos, reunidos en manada se dejan
arrastrar por actos de verdadera atrocidad. (Durkheim, 1965).
Algunos autores interpretan
los linchamientos como actos de recuperación privada de la violencia punitiva
como reacción a la ineficacia de las instituciones públicas para hacer efectiva
su propia legalidad (Vilas, 2001). Para otros, son respuestas al rebosamiento de
los niveles de tolerancia a situaciones de impunidad, de tensión acumulada y de
desesperación.(Fuentes Díaz, 2001).
Entonces, la violencia se da
en dos direcciones: una induciendo al hombre honesto a disminuir sus
restricciones al momento de infringir la ley; la otra, incrementando la defensa
violenta y el deseo de tomar la ley por las propias manos; disminuyendo con esto
la posibilidad de actuación de la ley formal, (Briceño-León, 2002).
La gente justifica los
linchamientos cuando el delincuente, a quien le ponen la etiqueta de 'azote de
barrio', viola o mata a un familiar; no cuando hurta o roba. En ello se estarían
concretando elementos de una legalidad popular o materializando un sentido de
justicia propio de los sectores populares.