Cada persona o grupo responde
según sus condiciones sociales económicas y culturales; porque estas definen la
percepción del riesgo, del impacto real o potencial de la violencia delictiva, e
igualmente como "vivirla" y enfrentarla en la cotidianidad.
Los sectores medios
generalmente desarrollan respuestas basadas en la disposición de algunos
recursos económicos que permiten costear, por el ejemplo, el levantamiento de
murallas (que restringen el acceso de los extraños a sus espacios residenciales)
la contratación de vigilantes o la afiliación a organizaciones ilegales que
ofrecen protección de vehículos. En este caso se delega en terceros la
seguridad; esa es la fundamental característica de su esquema preventivo.
Los sectores populares
despliegan estrategias generalmente basadas en cierta participación colectiva;
en algunas ocasiones planificadas como las denominadas "patrullas vecinales" o
"rondas comunitarias", y en otras oportunidades más espontáneas y primitivas,
como los linchamientos.
Es decir, para los sectores
populares -que se ubican en los barrios de la ciudad- hay respuestas proactivas,
que requieren la participación más o menos organizada de los habitantes; sobre
todo por su incapacidad para financiar mecanismos de autodefensa cuyo costo
deriva de la utilización de personas ajenas o del levantamiento de ciertas
estructuras. Son iniciativas que descansan en el esfuerzo de los vecinos; sin
embargo, se conocen algunas formas impulsadas por los gobiernos regionales y
municipales, como ocurrió durante 1993 y 94 con los llamados Comités de
Seguridad Vecinal, en Maracaibo.
Se presentan además, en los
sectores populares, hechos reactivos, espontáneos, en los cuales los vecinos
toman justicia por su propia mano, como los linchamientos, que tienen un
carácter primitivo, y que persiguen el castigo físico de individuos que
presumiblemente infringieron una norma y que se encuentran en inferioridad
numérica.
El cierre de espacios
residenciales -es decir el amurallamiento, la contratación de vigilancia formal
o informal, el pago de vacuna, el porte de armas, las precauciones cotidianas,
las conductas de inhibición, la organización de comités de seguridad vecinal,
etcétera-, no son sino respuestas de autodefensa (unas benignas, unas no tanto)
desarrolladas en forma individual o colectiva.
Ese es el resultado de la
inexistencia del control adecuado de la seguridad por parte de las instituciones
establecidas para tal fi n, lo que posiblemente esté llevando a vivir en actitud
de permanente vigilancia de unos a otros y con riesgos adicionales a los
generados por la actividad delictiva común.
Así, las respuestas están
relacionadas con fines particulares y no societarios, referidos a propósitos más
concretos: la protección contra el delito. En consecuencia, corresponden a un
tipo de control social instrumental, que por otra parte, no consigue asidero
teórico dentro de las concepciones tradicionales. Entre las modalidades de
respuestas a la violencia delictiva en Maracaibo podemos mencionar: