Estos temas son y serán cada vez más esenciales para el éxito
individual de nosotros como emprendedores, y para el éxito de nuestros
emprendimientos, no importa cuán grande o pequeños sean. Tenemos que integrar,
para tener éxito y sentirnos bien, nuestro intelecto tradicional, con nuestras
inteligencias emocional y espiritual. Como lo dice el título de un interesante y
reciente libro de Marsha Sinetar, "para construir la vida que queremos, tenemos
que crear el trabajo que amamos" ("To Build the Life You Want, Create the Work
You Love").
También, y dando evidencias de esta realidad en el mundo de las
grandes y mega empresas internacionales, veamos la importancia de esta
integración, de nuestros intelectos, en "Recableando el Cerebro Corporativo"
("Rewiring the Corporate Brain", por Danah Zohar).
Nuestra inteligencia tradicional, cartesiana y secuencial, a la
que medimos en términos de índices de coeficientes intelectuales, cuando más, es
un tercio, el 33% de nuestro ser. El 66% restante, está compuesto por nuestras
inteligencias emocional y espiritual. Pero, en la realidad, es muy probable que,
ese 33% formal y aparente de nuestra inteligencia clásica, sea,
proporcionalmente infinitamente menor, comparada con el peso relativo, efectivo
y real de las otras dos dimensiones de nuestra inteligencia, especialmente en lo
que concierne a nuestra inteligencia espiritual.
Esta última, indudablemente, es la esencia misma de lo que
somos. La inteligencia espiritual es la expresión misma de nuestro Espíritu.
Allí reside la creatividad y el potencial sin límite de nuestras existencias. Y,
es precisamente a esta dimensión a la que más ignoramos, a la que más dejamos de
lado. O, a la dimensión que identificamos, con nuestras religiones o con nuestra
no-adhesión a ninguna de ellas. La inteligencia espiritual no tiene que ver,
necesariamente, con nuestras religiones o ausencia de religiones. Podemos
encontrar religiosos que ignoran, más que ninguno, la inteligencia espiritual, y
viceversa.
En cuanto a la inteligencia emocional, a nuestra capacidad de
relacionarnos con los demás, es más evidente, es más conocida.
En fin, concluyendo, tenemos que integrarnos como seres
espirituales y, en el marco de esa integración, tenemos que orientar, para tener
éxito verdadero y sostenible en un marco de verdadera tranquilidad y paz
interior, las tres dimensiones de nuestra inteligencia; y, especialmente,
tenemos que colocarnos, deliberadamente, bajo la dirección cierta, efectiva,
permanente e infinitamente creativa e integradora, de nuestra inteligencia
espiritual.