Pero, todo esto, pienso y siento, va mas allá de esto mismo.
Por lo general, frente a las primeras preguntas, respondemos soy fulano de tal,
y damos nuestros nombres y apellidos. También o a renglón seguido, decimos ser
lo que hacemos, esto es, decimos nuestra profesión u oficio, atribuyéndonos esa
identidad. Otras veces nos identificamos con los papeles que jugamos dentro de
las empresas que trabajamos, soy encargado de tal cosa, jefe de tal otra,
gerente de tal actividad o emprendimiento, empleado de fulano de tal, o, en fin,
damos cualquier identificación por el estilo.
En otras palabras, pasamos a tener tantas identidades como
roles desempeñados en la vida. Somos el marido o la esposa de fulana o fulano de
tal, somos el padre o el hijo, la madre o la hija, de otra persona a la que
identificamos o que se identifica con criterios similares a los que nos hemos
venido o seguiremos identificando nosotros frente a nosotros mismos y frente a
los demás. En fin, somos y nuestros congéneres son, al igual que nosotros,
multitud de identidades, contradictorias o coincidentes, dentro de cada uno de
nosotros y de ellos mismos.
Pocas veces, a no ser en las iglesias y templos y por muy
cortos instantes, nos identificamos como hermanos, como partes de un mismo ser,
como partes de una unidad, en fin, como partes de un todo indivisible y del que
no nos podemos escindir ni por un instante. Estas identificaciones están más
allá de la vida cotidiana. Están más bien en el terreno de lo místico o de lo
que, supuestamente, "no nos ayuda" a vivir cotidianamente. Nuestras identidades
comienzan por sustentarse en las separaciones frente a los demás, y a la postre
frente a nosotros mismos, en lugar de sustentarse en la unidad que todos
conformamos, internamente y en lo que, por nuestras limitaciones sensoriales,
denominamos externamente.
Pasemos ahora a ensayar algunas respuestas. Soy lo que soy y no
lo que hago. Pero, si lo que hago no coincide con lo que soy, difícilmente puedo
ser consciente de mi propia identidad. Simplemente me identifico con lo que
hago, y me paso la vida ignorando quién soy. Por el contrario, si lo que hago,
poco a poco o gradualmente, comienza a acercarse a lo que soy, de igual forma o
en los mismos tiempos, comienzo o abruptamente, tomo conciencia de quién soy. De
todo lo que hago o hacemos, lo que más nos separa de nosotros mismos y de los
demás, son los ataques, las faltas de solidaridad, los resentimientos, los
temores, en fin, todo lo que nos desune al interior de nosotros mismos, y lo que
nos desune con los demás seres que nos rodean, cualquiera sea el reino en el que
los ubiquemos, humano, animal, vegetal, mineral o espiritual.