Y, respecto al futuro, mirarlo como al horizonte para fijar
nuestras metas. Pero, después de fijadas, saludablemente, no tenemos que
alimentar ansiedad alguna por los resultados. Los resultados dependen de lo que
hagamos en el presente. Si hacemos en el presente lo que tenemos que hacer, el
futuro será lo que queremos que sea. Y, si no lo es, es pura y simplemente
porque no nos convenía o porque la ansiedad y los temores nos impidieron
alcanzarlo. No importa, sea lo que sea, lo que resulte, es la realidad del
presente. Los presentes del pasado ya fueron y no existen en el presente del
presente actual. Los presentes del futuro, todavía no existen.
Saludablemente, nosotros tenemos que vivir el presente del aquí
y ahora. Un viaje de un millón de pasos, tiene un paso en cada aquí y ahora. Y
es a ese paso de cada "aquí y ahora" al que tenemos que entregar toda nuestra
energía y focalización, para que, realizándose ese paso, nosotros podamos luego
realizar los pasos siguientes. Luego, naturalmente y por añadidura, llegaremos
hacia donde vamos, hacia donde vayamos, independientemente y más allá de
nuestras ansiedades y congojas.
Somos una sola persona. Actuamos en distintos roles. Pero
nosotros no somos ninguno de ellos. Esos roles, sin embargo, nos acercan o nos
alejan de la integración de nuestras inteligencias.
Nuestro principal instrumento, es el "aquí y el ahora".
Todo lo demás, depende de nosotros y de nuestra actitud para
con nosotros mismos y para con los demás como parte de nosotros mismos. Lo que
hacemos a los demás, nos lo hacemos a nosotros mismos. Y lo que nos hacemos a
nosotros mismos, se lo hacemos a los demás.
Con esta realidad en la mente, en el corazón y en cada
intersticio "material o cuántico" de nosotros mismos, determina nuestros niveles
de realizaciones. Somos "nosotros mismos y las circunstancias", del mismo modo
en el que "las circunstancias son ellas mismas y nosotros".
Reconociendo nuestra realidad espiritual única y compartida, no
perdemos nuestra propia identidad. Todo lo contrario, reconociendo y viviendo
esta multidimensionalidad de nuestras realidades, proyectamos y fortalecemos
nuestras identidades individuales. Soy lo que somos, y somos lo que soy. Pero,
en esa diversidad y unidad e integrada, YO existo y soy; en la separación
desintegrada, como el gajo de la vid separado de la planta, o como la flor en el
florero, estoy dejando de ser, estoy dejando de existir.