En un nivel puramente genérico, realidades como las distintas
valoraciones que cada cual puede hacer de aquello que le rodea o, en una más que
atinada valoración científica, el entender que sólo aquello que es verificable,
en un sentido empírico4, es
constatable y, por lo tanto, constituye un conocimiento válido para el
individuo, hacen el juego a la formación de un teórico devenir de la cuestión:
si podemos tener una concepto propio dado nuestra propia experiencia (dualismo
subjetivismo-empirismo) lo que nos diferencia de otros individuos.la conclusión es que
todo es relativo; o lo que es lo mismo, que ninguna verdad es verdaderamente
verdadera.
Y esto lleva, de forma inexorable y terrible a
otra conclusión de tal silogismo: si Dios es la verdad suprema en cuanto
creador de todo lo existente, razón y ciencia de la vida, hay que sustituirlo
por un conjunto de convencimientos que cada cual pueda tener. Todo es, por lo
tanto, contingente. Y nada, así, tiene sustento firme.
Sin embargo, no vamos a dejarnos embaucar por tal concepto de la
realidad. De otra forma estaríamos abocados a no salir nunca del estómago de la
ballena que nos puede tragar y no seríamos otros Jonás que transmitan el
mensaje. Tras el embate de tres, o más, concepciones tergiversadoras de la
realidad (a modo de los tres días que el profeta estuvo en ese cuerpo ajeno) hay
que evocar, nos vemos obligados a evocar desde nuestro punto de vista cristiano
y católico, las bases sobre las que se sustenta el mundo en que vivimos y que
tienen, como poco, dos mil años de antigüedad.
También hay que indicar que el enemigo es poderoso. Incluso
podemos decir que, actualmente, ante la difusión de ideologías sostenidas sobre
el relativismo social y la voluntad nihilista e individualista que se difunde de
las más diversas maneras o formas sólo cabe el combate
desde la trinchera de la doctrina y la fe, teniendo en una mano la palabra de
Dios y en la otra la mano tendida a la comprensión y la explicación. De otra
forma, podemos dar por perdida la guerra, y no sólo una batalla. Como dice J.
Ratzinger5, con el
que estamos plenamente de acuerdo, el relativismo
parece presentarse como la verdadera filosofía de la humanidad /.../ le otorga
una fuerza ante la que parece que ya no cabe resistencia alguna.
Todo, como puede verse, se adecua bastante al
panorama que hemos trazado en estas líneas. Lo que seguirá es la demostración,
triste pero fehaciente, del reto ante el que nos encontramos.
4 El Dr. Camilo Tale, en el artículo
Examen del escepticismo moral y del
relativismo moral, publicado en
www.filosofiayderecho.com/rtfd/numero5/moral.htm hace mención a la historicidad del relativismo y a estos argumentos de base sobre los que construir un
devenir social dado a la nada constante y fundamentada ética
social.
5 En conferencia citada en un
párrafo anterior.