Particularmente hablando, J. Ratzinger, en conferencia dictada
ante los presidentes de comisiones episcopales de América Latina, establece tres
conceptos cuyo desarrollo y aplicación, sostienen el relativismo. Estos
son, a saber: la tolerancia, el conocimiento dialógico y la libertad. Pues bien,
nosotros entendemos, a modo de concreción de estos elementos, que, por una
parte, la tolerancia constituye esencia del relativismo ya que supone el respeto
a todo sin acentuar la importancia de la Verdad minusvalorando toda acepción
que suponga el apoyo en la ley natural; que el conocimiento dialógico posibilita
el cambio, a modo de adaptación, de la Verdad, a los tiempos actuales,
modificando a aquella de acuerdo a cada momento histórico o nueva circunstancia.
Esto supone, claramente, una perversión del sentido de perennidad de la Verdad;
su pura antítesis. Por último, que el relativismo se conforme, especialmente,
entorno al concepto de libertad clarifica muchas cosas si éste se entiende
torticeramente, de forma extemporánea a su verdadero significado y alejado de su
fin. Cuando se actúa dando rienda suelta al propio albedrío sin más límite que
el propio yo, la existencia de principios imperativos -ex lex naturalis- (que
se manifiesta en valores) a respetar, y superiores a la propia voluntad, no es
recibida con agrado ya que, de otra forma, parecería, a primera y superficial
vista, que no existe el citado albedrío.
Sin embargo tanto la tolerancia como el conocimiento dialógico y
la libertad no pueden conformar algo absoluto, como dice el propio cardenal, ya
que por eso el relativismo es lo que es: relativo3.
3 Tratar de apoyarse en algo que no ofrece sino volatilidad y unomismo
desdice de sus supuestas bondades, si las tuviera.