Así pues, ¿qué religión nos enseñará a curar el orgullo y la
concupiscencia? Por último, ¿qué religión nos enseñará nuestro bien, nuestros
deberes, las debilidades que de ellos nos apartan, la causa de esas debilidades,
los remedios que las pueden curar y el medio de obtener esos remedios?
Todas las otras religiones no lo pudieron. Veamos qué hará la
Sabiduría de Dios.
Ella dice: "No esperéis ni verdad ni consuelo de los hombres.
Yo soy la que os ha formado, y la única que puedo enseñaros quiénes sois. Pero
vosotros ya no estáis ahora en el estado en que yo os he formado. Yo he creado
al hombre santo, inocente, perfecto; lo he llenado de luz y de inteligencia; le
he comunicado mi gloria y mis maravillas. El ojo del hombre vela entonces la
majestad de Dios. (318) No estaba entonces en las tinieblas que lo enceguecen,
ni en la mortalidad y en las miserias que lo afligen.